Investigar, arriesgar y contar: dos sorpresas

Hoy quería escribir sobre un libro que nos gustó mucho: “La merienda del parque”, de Pablo Albo y Cecilia Moreno, recientemente editado por la Editorial Narval (hay versiones en catalán, euskera y gallego).

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«La merienda del parque», de Pablo Albo y Cecilia Moreno, Editorial Narval, España, 2017

Pero antes, quisiera repasar algo que escribió hace unos días Glòria Gorchs en la revista Faristol, a propósito del libro “Tangram Gato”, de los holandeses Maranke Rinck y Martijn van der Linden. Decía Glòria: “Al día de hoy, cuando parece imposible sorprenderse dentro del mundo literario infantil, es una alegría encontrarse con un libro como este Tangram Gat.” Con esa frase, ella abría la perspectiva a encontrarnos con algo que podría resultar novedoso de verdad. Y no se equivocaba.

No son tantas las ocasiones en que nos sucede esto a quienes trabajamos con libros para niños. Es cierto que las propuestas de calidad abundan, que muchos libros en el correr del año llegan a maravillarnos por su cuidadosa factura: literaria, de ilustración, gráfica, de diseño editorial. Pero encontrarnos con algo “del todo diferente” no es lo habitual.

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«Tangram Gato», de Maranke Rinck y Martijn van der Linden, Editorial Ekaré, España 2017.

Glòria Gorchs señala sobre “Tangram Gat” que el libro va más allá de “un catálogo de virtuosismo ilustrado”, donde la apuesta a contener las imágenes dentro de las siete piezas geométricas del tangram (un cuadrado, dos triángulos rectángulos grandes, dos pequeños, uno mediano y un paralelogramo) construyen a la vez “una historia divertida y fresca, bien resuelta, pensada para primeros lectores”, y que lo hace, justamente, en torno a un personaje que se pone a jugar con un tangram, cumpliendo así la máxima de que contenido y forma se complementen y se refuercen mutuamente.

Entonces, vemos que un libro, que para cuya factura se debe de haber investigado mucho, donde se arriesga al momento de poner en página los resultados, y donde además se cuenta una historia, puede sorprendernos y maravillarnos a la vez. No es lo habitual que suceda, pero sucede. Y nos alegra.

Y que algo de eso —sorprenderse y alegrarse ante un libro diferente— nos vuelva a suceder poco tiempo después, ya es digno de saludar y de comentar. Porque lo mismo nos acaba de pasar con el libro “La merienda del parque”, del que queríamos hablar.

Hace ya unos años que venimos siguiendo a través de las redes el trabajo de investigación que se propuso Cecilia Moreno. Un juego de depuración de estilo, donde recurre a las formas geométricas básicas, en formato pequeño, con un código emparentado con el de la señalética, para crear personajes y situaciones. Un juego donde se aplica a un manejo de colores que apenas se sale de los primarios y los secundarios. Un juego de racionalidades estéticas que parece recorrer, como en una guía, esa línea que va desde el constructivismo hasta la Bauhaus, pasando por el neoplasticismo con roces de afán suprematista, pero sin dejar en ningún momento el espíritu lúdico, infantil y surreal de un Miró.

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Imágenes interiores de «La merienda del parque»

Un juego, sí, pero también un trabajo muy serio de investigación, que ahora, en este libro, da sus frutos, se condensa y se aplica de forma acertada a la creación de una historia pequeña, urbana, donde un niño acomete una merienda en el parque, y eso, ese hecho mínimo, es el motivo de una serie acumulativa de episodios cargados de ese humor que, hace unos días, en un post de FB, Roberto Sotelo denominaba como “deadpan comedy”, o “humor seco”, y que se caracterizaría, según él, “por la inexpresividad de los personajes, que irradian una tranquilidad imperturbable ante situaciones absurdas, patéticas o dramáticas”.

Un libro en el que también cabe señalar, además de la coincidencia entre contenido y forma, el ajustado contrapunto que se da entre la forma del relato escrito y la forma del relato gráfico, donde se apuesta, se arriesga y se sale triunfante, todo lo cual, claro está, nos volvió a sorprender y alegrar.

Dos recomendadísimos, entonces, para este tramo final del 2017.