Receta para ser crueles a conciencia. Wonder Ponder y la primera entrega de Filosofía Visual para Niños: “Mundo cruel”

En 1963, cuando Hannah Arendt quiso explicar el carácter y la mentalidad de uno de los protagonistas de la barbarie que se desarrolló durante la segunda guerra mundial, acuñó una idea: la de “la banalidad del mal”. Con ello no quería decir que los responsables de los actos de barbarie (torturas, asesinatos, violaciones, exterminio masivo) fueran inocentes y no debieran de ser juzgados y condenados. Quería señalar, en todo caso, que esos actos no respondieron a una capacidad excepcional de crueldad humana, y que, en definitiva, las acciones criminales se habían llevado a cabo en el marco de un sistema: un régimen industrial y burocrático del asesinato en masa, orientado a la exterminación del ser humano.

Los responsables de la barbarie habían actuado en cumplimiento de órdenes, de planes y de reglas, sin pararse a pensar, sin reflexionar, sin cuestionarse sobre lo que hacían ni sobre sus responsabilidades. De algún modo, encontraban sus prácticas como algo “normal”. El “mal” no era, así, un asunto humano, sino un resultado sistémico: un engranaje, una pieza de ingeniería, un conjunto de pautas de acción sin necesidad de ser legitimadas.

Planteando el problema de “la banalidad del mal”, Hanna Arendt, que fue muy criticada por esta idea, rompía radicalmente con los conceptos de una “naturaleza humana” buena (Rousseau y el “buen salvaje”) o mala (Hobbes y “el hombre como un lobo para el hombre”), y subrayaba la complejidad de unas condiciones históricas, sociales, culturales, políticas (la condición humana) para alertar luego sobre la necesidad de estar muy atentos a la banalización del mal y evitar, entonces, que se repitiera.

70 años después del final de la segunda guerra mundial, una hora de telediario nos alertará sobre el hecho de que “la banalidad del mal” no solo no se ha detenido, sino que se ha agudizado. Por su lado, la participación en ámbitos de socialización de la infancia también nos dejará ver que, en distintos grados, con distintas implicancias, sin la carga de aberración que comportó (y aún hoy comporta) la guerra, niños y niñas pueden desarrollar actos de crueldad que resultan banales.

¿Por qué las sociedades humanas no pueden detenerse a reflexionar sobre este asunto de la crueldad? ¿Por qué a los humanos nos resulta tan difícil pensar en todos aquellos actos que cometemos a diario, voluntaria o involuntariamente, donde la crueldad se manifiesta de manera más o menos dañina? ¿Y cómo se podría hacer para reflexionar sobre estos temas junto con las nuevas generaciones, allí cuando, de un modo u otro, niños y niñas desarrollan o anticipan actos de crueldad de diversos grados y en distintas modalidades?

Ya sé que no es comparable el acto de torturar a una persona hasta la muerte y la “travesura infantil” de hacer fumar a un sapo hasta que reviente o de aplastar hormigas, pero pienso que si los humanos vamos a ser crueles, es mejor que al menos seamos conscientes de que lo somos, y de qué manera. Quizás eso ayude a corregirnos.

"¡Te pillé!", lámina con escena de crueldad incluida en "Mundo cruel", Filosofía visual para niños, de Wonder Ponder.

«¡Te pillé!», lámina con escena de crueldad incluida en «Mundo cruel», Filosofía visual para niños, de Wonder Ponder.

En esa dirección, me gustaría presentar hoy una propuesta que apunta a tomar conciencia sobre la crueldad y sus formas. Visualizar el problema. Hablar de ello. Pensar en ello. Reflexionar sobre ello.

La primera entrega del proyecto de “Filosofía visual para niños” de Wonder Ponder nos ofrece una receta para esto: incluso cuando, estamos avisados, no hay recetas.

Ingredientes:

– una caja de 17 x 17 cms.

– 14 láminas con escenas que contienen un breve relato ilustrado acerca de la crueldad y muchas preguntas sobre el tema

– 3 láminas para crear escenas propias

– 1 lámina con propuestas de uso e ideas para “wonderponderear” (de “wonder”: preguntarse y asombrarse; y de “ponder”: reflexionar).

– 1 lámina con una breve guía de conceptos esenciales para condimentar el conjunto

– 1 poster desplegable para colgar en el dormitorio y mirar mientras hacemos la digestión

Modo de preparar:

En un lateral de la caja indica: “Abre, mira, piensa”. De todos modos, supongo que se puede variar el modo de cocinar los ingredientes. Por ejemplo: mirar, abrir, pensar. O pensar, mirar, abrir. O abrir, pensar, mirar… Y así, sucesiva y alternadamente, a gusto de los invitados.

De mi parte, antes de abrir la caja, me percaté que el asunto está muy bien diseñado, cosa que luego verifiqué al abrirla y al encontrar los ingredientes antes enumerados. Hay aquí una línea de diseño que pone en juego un proyecto entero de comunicación: idea, concepto, textos, imágenes, ilustraciones, dinámicas de uso, propuestas de apropiación, modalidades de compartir, objetivos, destinatarios y preguntas: una cantidad de preguntas, arriba de 100 preguntas más o menos abiertas.

Y que conste: lo de poner en juego no está dicho como una metáfora. La caja de “Mundo cruel” puede ser utilizada como si se tratara de un juego de mesa. Y está bien, porque hay mucho de juego aquí. Pero enseguida nos daremos cuenta de que este “Mundo cruel” también tiene algo de libro, y no solo por el ISBN que figura en una de las láminas destinada a la información sobre las autoras y sobre el proyecto, sino también por todo el trabajo de edición con el que se ha ofrecido este proyecto de “filosofía visual para niños”: se trata de un libro en el que las páginas no están cosidas para facilitar así que el lector pueda definir y alterar cualquier orden de lectura.

"Mundo cruel. Filosofía visual para niños" de Wonder Ponder. Textos de Ellen Duthie. Ilustraciones de Daniela Martagón. Editorial Traje de Lobo, España, 2014.

«Mundo cruel». Filosofía visual para niños. Proyecto de Wonder Ponder. Textos de Ellen Duthie. Ilustraciones de Daniela Martagón. Editorial Traje de Lobo, España, 2014.

Las láminas presentan escenas de crueldad muy diversas, que van desde la imagen de un león devorando a un cabrito hasta la de una niña aplastando hormigas, pasando por una escena de acoso escolar. Las escenas se conforman con unas ilustraciones de carácter expresionista, con un toque naíf, muy en la línea de los fanzines punk de los años 80. Entiendo que la ilustración, trabajo de Daniela Martagón, es muy apropiada para niños, sobre todo cuando se espera de ellos que se involucren en la creación de nuevas escenas de crueldad. Debajo de las escenas ilustradas, un breve texto (de una línea o dos), hace hablar a algunos de los personajes ilustrados, reforzando con las palabras el acto de crueldad que se ilustra.

En el reverso de la lámina, un conjunto de preguntas muy directas, lo suficientemente próximas al mundo y a la vida diaria de los niños, desordenadas a propósito en torno a globos que no pretenden sistematizar ningún discurso, preguntas que buscan disparar una discusión amplia y profunda sobre el acto de crueldad que se ilustró en el anverso. Una discusión que al modo socrático fomente la conversación y la escucha, que permita expresar el acuerdo y el desacuerdo, que motive a dar razones para justificar la opinión:

¿Los castigos funcionan? ¿Crees que los castigos son crueles siempre o a veces están bien? ¿Es cruel obligar a alguien a hacer algo que no quiere hacer? ¿Pueden ser crueles los animales? ¿Alguna vez se ha reído alguien de ti cuando te has caído o has tenido un accidente? ¿Te gustaría vivir en un zoo? Si el cazador matara a Blancanieves, ¿quién sería responsable de su muerte: el cazador o la reina? ¿Hay vidas que valen más que otras? ¿Hay alguna diferencia entre comer pollo y comer gato? ¿Alguna vez has matado algo sin querer? ¿Cómo te sentiste? ¿Podemos ser crueles con nosotros mismos? ¿Cuándo deja algo de ser un juego y se convierte en crueldad?

Anverso (ilustración) y reverso (preguntas) de una de las 14 láminas con escenas de "Mundo Cruel"

Anverso (ilustración) y reverso (preguntas) de una de las 14 láminas con escenas de «Mundo Cruel»

Como decía, el proyecto tiene un diseño muy pensado. Es claro que refleja y recoge una larga experiencia de trabajo con niños en torno a ese afán de poner la filosofía al alcance de los más pequeños, justamente, a lo que se dedica una de las autoras de “Mundo cruel”, la escritora Ellen Duthie, quien además viene poniendo su trabajo al alcance de todos desde hace dos años, a través de uno de sus blogs: Filosofía a la de tres.

Es claro, también, que se recoge aquí un trabajo de la autora muy inserto en lo mejor de la Literatura Infantil, lo que la aleja de confundir la literatura con la autoayuda, o la autoayuda y la “alfabetización emocional” (sic) con esta propuesta de acercar la reflexión filosófica a los más pequeños, para jugar pensando, para pensar jugando, para invitar a la reflexión y al diálogo sin el afán de adoctrinar, buscando estimular “el desarrollo de un pensamiento propio y facilitando la construcción de un mapa visual y conceptual del tema abordado”, como bien dice debajo de la caja del juego, o sea, en la contratapa del libro.

A mi gusto, esta propuesta de filosofía visual con niños (está recomendado a partir de los 8 años, aunque pienso que se puede ofrecer a niños más pequeños) facilitará la puesta en escena de los distintos temas que se pretenden abordar: al tema de la crueldad, que es el de esta primera entrega, sucederán los temas de la identidad personal, lo posible y lo imposible, la libertad, la realidad y la imaginación, la felicidad y el sentido de la vida. Vale decir, con “Mundo cruel” se da inicio a un proyecto ambicioso que, así lo creo, prosperará, pues contagia entusiasmo y atiende a una necesidad de conversar con los niños, una necesidad cada vez más sentida en los hogares y en los ámbitos educativos.

Y por cierto, a mí este libro-juego me enganchó muchísimo, y no solo me quedé pensando largo en el asunto de la crueldad, sino que además ilustré y creé mi propia escena en una de las láminas que se incluyen para ello:

Mi propia escena de "Mundo cruel": "Pero si yo solo te insulté", y del lado de atrás, algunas preguntas: ¿Qué es más cruel: insultar o golpear?; ¿Está bien responder al insulto con un buen puñetazo?; ¿Cómo te sientes cuando te insultan?; ¿Cómo te sientes cuando le pegas a alguien?; ¿Se justifica, a veces, golpear a alguien?

Mi propia escena de «Mundo cruel»: «Pero si yo solo te insulté», y del lado de atrás, algunas preguntas: ¿Qué es más cruel: insultar o golpear?; ¿Está bien responder al insulto con un buen puñetazo?; ¿Cómo te sientes cuando te insultan?; ¿Cómo te sientes cuando le pegas a alguien?; ¿Se justifica, a veces, golpear a alguien?

Sí, sí, ya lo sé: no soy bueno dibujando, vale. Pero esto es para seguir con el tema, con el proyecto y con mi entusiasmo…

 

Guiño literario, y no tanto

Ayer repasaba el cuento “La espera”, de Antonio Ventura, ilustrado por Federico Delicado y editado por Lóguez. Va de un niño que está en cama, enfermo, y que espera mejorarse pronto para retomar su vida, momentáneamente suspendida. Mientras tanto, desde su cama, ve e inventa mundos mágicos, donde los sueños adquieren vida a golpes de imaginación y esperanza.

"La espera", de Antonio Ventura, ilustrado por Federico Delicado, Lóguez Ediciones, 2004.

«La espera», de Antonio Ventura, ilustrado por Federico Delicado, Lóguez Ediciones, 2004.

En una ilustración del libro, el niño está leyendo. ¿Y qué lee? Un libro de Janosch, que lleva por título “Historia de Valek, el caballo”.

"Me temo que quizá Valek ni siquiera tuvo una madre. Algo en su cara te hacía pensar que jamás la tuvo; ni tan siquiera una madre. Valek era un caballo singular. También, solitario. Y siempre estaba un poco triste." “Historia de Valek, el caballo”, texto e ilustraciones de Janosch. Editorial El jinete azul (2011).

«Me temo que quizá Valek ni siquiera tuvo una madre. Algo en su cara te hacía pensar que jamás la tuvo; ni tan siquiera una madre. Valek era un caballo singular. También, solitario. Y siempre estaba un poco triste.»  “Historia de Valek, el caballo”, texto e ilustraciones de Janosch. Editorial El jinete azul (2011).

 

Los autores de “La espera” hacen así un guiño a un autor del que seguramente gustan. ¿Quién puso ese detalle en esa ilustración: el ilustrador Delicado o el escritor Ventura? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que siete años después de que apareció el libro “La espera”, ya en 2011, el escritor Ventura, cumpliendo con una de sus muchas almas, para el caso la del editor, publicará en su editorial El jinete azul (en el año 2011) el libro de Janosch.

A veces, la literatura y la vida real se hacen guiños, y el lector los disfruta con complicidad.

Los niños de Japón: el libro, el blog

Ahora lo sé:
cuando el dolor calla
el dolor miente

Alejandra Correa, en el libro «Los niños de Japón».

"Los niños del Japón", libro de poesía de Alejandra Correa, Ediciones Recovecos, Argentina, 2010.

«Los niños de Japón», libro de poesía de Alejandra Correa, Ediciones Recovecos, Argentina, 2010.

Es un libro de poesía que lo vas leyendo y lo vas leyendo y es como si un niño, para nada inocente, jugara con una pala a hacerte un pozo en el suelo firme de tus sentimientos, mientras que vos sos consciente de que toda la tierra que él saca no habrá donde volver a ponerla. Es un librazo de poesía.

Por otra parte, este libro da título a uno de los tantos blogs de la autora, en el que se encarga de recoger y recopilar distintas poéticas de la infancia.

Diversidad sexual, matrimonio igualitario, grillas de valores y… ¿literatura infantil?

La reciente publicación y puesta en circulación de un librito titulado “Nicolás tiene 2 Papás” nos pide volver a entrar en la discusión de algunas cuestiones relacionadas con la literatura infantil que parecen de nunca acabar. El uso de la primera persona del plural, aquí, no es mayestático, pues hoy, y a partir de un intercambio que nos planteamos sobre el tema, aparecen otras dos notas sobre este asunto: una en el blog Anatarambana Literatura Infantil y otra en el blog Donde Viven los Libros.

El librito en cuestión (se lo puede leer entero en la web), plantea, desde el punto de vista de un niño en edad escolar, cómo es su vida en una familia integrada por una pareja homosexual, de la que él, Nicolás, es el hijo. En la tapa del libro, el niño, Nicolás, aparece sonriendo, de pie, tomado de la mano de dos hombres. En la portadilla, nomás abrir el libro, vemos lo que sin lugar a dudas es una declaración de principios: “Todas las familias merecen respeto, protección e igualdad de derechos”. Y de inmediato arranca lo que vendría a ser una especie de redacción escolar, en la cual Nicolás nos informa que vive con sus dos papás. La redacción hace un repaso general, y a grandes rasgos, de lo maravillosa que es su vida: Nicolás juega con sus dos padres, va al estadio a ver fútbol con uno de ellos y al museo con el otro, los fines de semana se encuentra con su madre, que es muy buena amiga de sus dos papás, pasean todos juntos, almuerzan juntos, durante la semana va a al colegio, donde tiene muchos amigos y amigas, y donde puede, sin ninguna dificultad, ilustrar su realidad familiar para que la conozca la maestra y explicar esa realidad familiar a su mejor amiga, Florencia, con quien argumenta que su familia no tienen nada extraordinario, pues todas las familias son distintas. Nicolás no tiene ningún problema en el vínculo con su amiga. Además, la familia de él y la de Florencia se relacionan en plena armonía. En la última página del libro, tal como se le exige a las redacciones escolares, Nicolás termina la descripción de su maravillosa vida con una reflexión general que reafirma, con énfasis, la declaración de principios del inicio. Dice Nicolás: “Yo pienso que las familias están compuestas por la gente que nos quiere y que queremos. En mi casa hay mucho amor y respeto. Somos una linda familia y no la cambiaría por nada”. La contratapa del libro, para colmo de originalidad, es la misma ilustración que hay en portada, pero vista de atrás.

"Nicolás tiene 2 Papás", edición de MOVILH, Chile, 2014.

«Nicolás tiene 2 Papás», edición de MOVILH, Chile, 2014.

He leído, como noticia que acompaña la difusión de este librito, que: “…fue producido por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual y tiene el apoyo de diversas instituciones chilenas, además del financiamiento de la Embajada de la Unión Europea”. El librito será publicado en papel y repartido en escuelas, cosa que me parece muy oportuna para fomentar el debate de estos asuntos entre niños, o para introducir el tema allí donde, por desgracia, la educación sexual es una gran carencia.

Tómese nota de que en toda mi descripción del libro me negué, cuidadosamente, a utilizar la palabra “cuento”. Lo hice así porque además de estar convencido de que no es un cuento, estoy muy convencido de que tampoco es literatura infantil.

Y aquí es donde entra el asunto que me preocupan al escribir esta nota. ¿Por qué se sigue utilizando el prestigio de la Literatura Infantil para hacer este tipo de campañas cívicas y educativas? ¿Qué es lo que está sucediendo, en el campo de la literatura infantil, que habilita a que un librito como este, carente de cualquier función poética, pueda llegar a ser confundido con una pieza de literatura infantil?

Antes de responder a esto, quiero hacer algunas aclaraciones, porque ya estoy temiendo que mi crítica, de carácter literario, pueda ser tomada como la reacción homofóbica hacia una campaña de promoción de derechos contra la que no tengo absolutamente nada en contra. Es más, si alguien me dijera que este librito, el de “Nicolás y sus 2 Papás”, es un folleto, un libelo, un panfleto (y conste que yo me niego a utilizar el término panfleto en sentido despectivo), producido por un movimiento LGTB para promover sus derechos, fomentar su reconocimiento social, poner en debate su situación de discriminación o denunciar la violencia a la que a menudo se somete a las personas de orientaciones sexuales no convencionales, como mucho, en términos críticos, intentaría advertir que si pintan un mundo tan maravilloso, como lo es el que describe Nicolás, más de uno podría llegar a confundirse y pensar que no existe tal cosa como la discriminación, la violencia y ni un atisbo de conflictos en el ámbito de la vida de las parejas homosexuales. Todos sabemos que, desgraciadamente, eso no es así. Que a pesar de los grandes avances que en materia de derechos se han dado en distintos países, las y los homosexuales la siguen teniendo difícil en nuestras sociedades, y el respeto por la diversidad de orientaciones sexuales queda reducida, a menudo, a un manojo de lindas intenciones legales. Pero todo esto, insisto, sería una discusión de carácter político-social; no una valoración literaria del librito en cuestión. Porque como sostengo, ese librito no es una pieza de literatura infantil.

Si vamos al caso, además, el librito de “Nicolás y sus 2 Papás” tampoco es nada novedoso. En la misma dirección proselitista se pueden leer online una serie de libros de características semejantes. La editorial Bajo el arcoíris tiene una nutrida colección a disposición del público. Y el año pasado, en Argentina, también se publicó un libro similar: “Anita y sus dos mamás”. Se puede discutir si estos esfuerzos le aportan algo a la causa, qué y cuánto, pero, de nuevo, creo que esa es una discusión interna del movimiento, una discusión estratégica o táctica, y no una discusión literaria.

Si investigamos sobre las distintas obras de LIJ que han abordado este tema, podremos enterarnos de que, desde los años 80, e incluso antes, hasta la fecha, han aparecido obras que plantean, estas sí, como literatura infantil, y a menudo como muy buena literatura infantil, el asunto de cómo vive un niño sus conflictos respecto de las diversas orientaciones de sexo-género propias, o respecto de las orientaciones sexuales y vinculares de sus progenitores, familiares o amigos. Una nota de prensa aparecida en el suplemento cultural del diario español El País (nota que ya tiene un par de años) hacía un buen repaso de la bibliografía disponible sobre el asunto. Y es que, sin exagerar, los temas de la homosexualidad y de la diversidad de sexo-género son menos tabú en la LIJ que el tema del sexo en sí. Como dice un colega, muy categórico: “en la LIJ puede haber parejas homosexuales y de todo tipo, pero lo único que no se puede es follar. Si se folla, no es LIJ”.

Claro que cuando hablamos de Literatura Infantil es bueno considerar, más allá del tema, cómo es su tratamiento. En ese sentido, recomiendo leer cómo termina una reseña de un libro cubano, “Ito”, de Luis Cabrera, que fuera publicada en el blog de Cuatrogatos, y que es un libro que aborda esta problemáticas de sexo-género. Allí, Antonio Orlando Rodríguez dice:

En manos de un autor de menor talento, estos personajes y conflictos hubieran podido quedar plasmados en un relato melodramático y lacrimógeno o en un panfleto a favor de la tolerancia y el respeto a las diferencias, bien intencionado, pero de escaso vuelo artístico. Por fortuna, el resultado fue un texto sobrio, de inteligente construcción y gran poder comunicativo.

Digamos que la LIJ puede abordar cualquier tema (ya dijimos cuál es la excepción a la regla), pero el asunto clave es cómo lo aborda. En ese sentido, y en relación con los conflictos de sexo-género, podría comparar aquí tres títulos diferentes entre sí. En un extremo, fuera del terreno de la LIJ, este librito de “Nicolás y sus 2 papás”. Desde el título, forzosamente rimado, ya nos avisa cuál es su vínculo, nulo, con la literatura.

"El niño perfecto" (SD ediciones, Barcelona, 2012).

«El niño perfecto» (SD ediciones, Barcelona, 2012).

En el otro extremo, un libro de muy buena factura, inquietante, perturbador, extremadamente conflictivo, con un impecable cuidado en el pulso narrativo y con unas ilustraciones de excelente factura: “El niño perfecto”, ilustrado por Bernat Cormand y escrito por Alex González y Bernat Cormand. Este es un libro que no deja indiferente a nadie que lo lea. Un libro que no plantea las cosas de manera llana, sino que va a cuestiones complejas. Un libro que exige pensar y repensar sobre el conflicto que emerge de manera explosiva al final, conflicto cuyo tratamiento es artística y literariamente auténtico.

Entremedio de esos dos libros, nos encontramos con “El vestido de mamá”, de Dani Umpi, ilustrado por Rodrigo Moraes, que como bien señaló Gabriel Lagos en una reseña, queda a medio camino entre el juego de las metáforas y la “bajada de línea” panfletaria.

"El vestido de mamá", Criatura Ediciones, Uruguay, 2011.

«El vestido de mamá», Criatura Ediciones, Uruguay, 2011.

Ya puedo imaginar, respecto de lo que vengo escribiendo, las molestias que podría ocasionar mi crítica entre los activistas de los movimientos LGTB. Puedo imaginar que me recriminarán por plantear todo este asunto de la literatura respecto de este libro, y por no hacerlo respecto de otros. A mi favor, quiero decir que sí me ocupé de cómo se construyen y reafirman elementos sexistas, incluso, en la gran literatura infantil, la que ha perdurado, con una calidad literaria envidiable, durante siglos: lo hice nada menos que en el análisis de “Hansel y Gretel. Puedo imaginar que me recriminarán, también, que critique este librito mientras se dejan pasar otros muchos libritos que, bajo la etiqueta de la LIJ, y siendo tan poco literarios como este, entran a las escuelas o van a las bibliotecas bendecidos como literatura y cargados de valores sexistas, machistas y discriminatorios. No les faltaría razón respecto de esto último: hay libritos, muchos, que circulan como LIJ en las aulas, pero que son pobres panfletos más o menos discriminatorios y sexistas. Estaría muy bien señalarlos, uno detrás de otro.

Y a esto último es, en definitiva, a lo que me quería referir desde el principio de esta nota. ¿Por qué se le da crédito de literatura infantil a ciertos libros solo para fomentar valores? ¿Por qué se confunde literatura y educación moral y cívica (o educación religiosa, como en el caso de la colección de libritos «Con Francisco a mi lado« que publica el diario argentino Clarín)? ¿Quién abrió las puertas a esta confusión?

Basta con tomar un catálogo de una editorial cualquiera, una de esas editoriales grandes que promocionan sus libros en las escuelas, para encontrarnos, junto a cada reseña de un título, o en el listado resumen del final, una serie de indicaciones respecto de los “valores” que trata cada título. El arco de los valores puede ir desde la amistad hasta la solidaridad, pasando por la ecología. En estricto orden alfabético: Amistad, Amor, Aprendizaje, Autoconocimiento, Autonomía, Comunicación, Creatividad, Desarrollo personal, Diversidad, Ecología, Educación para la convivencia, Familia, Identidad, Imaginación, Libertad, Paz, Respeto, Solidaridad…

Por alguna razón, que nos guste o no nos guste está vinculada con el entrelazamiento mercantil entre industria editorial y Escuela, uno de los principales clientes de aquella en materia de LIJ, la demanda de libros-que-permitan-trabajar-sobre-valores-en-las-aulas ha condicionado un tipo de abordaje y consideración de la LIJ en la que la “utilidad” del libro no se considera tanto por su calidad literaria como por la calidad (cuantificada y grillada) de los valores que aborda (o que roza). De ahí que en los últimos años se haya vuelto a dimensionar ese aspecto didáctico o pedagógico de la LIJ en detrimento del carácter creativo y recreativo, cuestionador y reflexivo, con el que se la intentó de investir, en su calidad de literatura a secas, en las décadas que fueron desde finales de los sesenta hasta finales de los noventa.

Desgraciadamente, esta reversión que se ha operado por razones comerciales termina por condicionar al mundo editorial, a la escritura profesional de LIJ y, también, claro, al modo en que los lectores se acercan (o se alejan) de las lecturas literarias. Porque guste o no, el librito del que nos ocupamos hoy, y otros tantos que se presentan como de LIJ, solo pueden acreditar su rol didáctico como mérito para ser tomados como tales: de literatura, nada.