Martín Fierro, Romeo y Julieta y Carlos Drummond de Andrade

En Uruguay tenemos un postre muy sencillo al que llamamos Martín Fierro: no sabría decir por qué se asocia ese postre con el nombre de la obra literaria de José Hernández, obra pionera en nuestras letras.

Un buen Martín Fierro: dulce de membrillo y queso

En Brasil, me dicen, hay un postre similar que combina guayabada con queso. Allá lo llaman Romeo y Julieta. Vaya a saber uno qué aire shakesperiano le encontraron a la combinación.

Todo esto viene a cuento porque hoy Silvana Gili, amiga de este blog, avisa que es el «día D», cuando  se celebra el natalicio del poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade. El aviso venía con un poema de regalo, «Deseos», donde, justamente, el poeta menciona ese postre. Se me ocurre que una buena celebración de la poesía del norteño en este «día D» podría ser acompañar la lectura de este poema con un Martín Fierro, a no ser que usted haya estado por la frontera y tenga a mano una goiabada.

Sea como sea, buen apetito:

DESEJOS

Desejo a vocês…
Fruto do mato
Cheiro de jardim
Namoro no portão
Domingo sem chuva
Segunda sem mau humor
Sábado com seu amor
Filme do Carlitos
Chope com amigos
Crônica de Rubem Braga
Viver sem inimigos
Filme antigo na TV
Ter uma pessoa especial
E que ela goste de você
Música de Tom com letra de Chico
Frango caipira em pensão do interior
Ouvir uma palavra amável
Ter uma surpresa agradável
Ver a Banda passar
Noite de lua cheia
Rever uma velha amizade
Ter fé em Deus
Não ter que ouvir a palavra não
Nem nunca, nem jamais e adeus.
Rir como criança
Ouvir canto de passarinho.
Sarar de resfriado
Escrever um poema de Amor
Que nunca será rasgado
Formar um par ideal
Tomar banho de cachoeira
Pegar um bronzeado legal
Aprender um nova canção
Esperar alguém na estação
Queijo com goiabada
Pôr-do-Sol na roça
Uma festa
Um violão
Uma seresta
Recordar um amor antigo
Ter um ombro sempre amigo
Bater palmas de alegria
Uma tarde amena
Calçar um velho chinelo
Sentar numa velha poltrona
Tocar violão para alguém
Ouvir a chuva no telhado
Vinho branco
Bolero de Ravel
E muito carinho meu.

Carlos Drummond de Andrade (31 de octubre de 1902 – 17 de agosto de 1987)

Ilustradores, escritores, ¿autores? (II). Aporte de Sergio López Suárez.

El intercambio entre María Wernicke y Magdalena Helguera sacudió este blog, además de haber recogido comentarios en distintos muros de facebook. Cuando digo que sacudió el blog me refiero a que fueron muchas las visitas que tuvo la entrada y los comentarios posteados. «Muchos», hay que decirlo, en relación con el movimiento habitual del blog: 500 visitas, en una entrada, durante una semana, aquí es mucho.

Interpreto que el movimiento se debió a que el tema genera inquietud y a que la discusión entre Magdalena y María fue muy buena. De ahí lo animado de la concurrencia.

Y hablando de concurrencia, invité al escritor e ilustrador, Sergio López Suárez, para que publique su visión sobre este tema.

A Sergio le debemos por aquí, por Uruguay, la difusión del término «ilustrautor», que él lo aplicó a quienes elaboraban a la vez el texto y las ilustraciones de un libro.

En este libro, «Diógenes no quiere ser ratón», Sergio López oficia de «ilustrautor».

Hombre de larga trayectoria en este campo, siempre es atendible lo que tiene para observar y decir. Por eso los dejo ahora con el texto que me envió a mi casilla de correos, y que, por supuesto, me autorizó a publicar:

Desde hace años venimos hablando sobre este tema, y pocas veces tuvimos por escrito un intercambio sincero de opiniones como el que han tenido Magdalena Helguera y María Wernicke.

El asunto me quedó rondando y me propuse agregar otros argumentos para incorporarlos por escrito. Sospecho que al leer lo que escribí, comparado con el alto nivel que tuvo el diálogo de Magdalena y María, mis anotaciones ofrecerán una perspectiva bastante llana.

Busqué en el Diccionario la palabra “autor” y entre otras elijo el vinculado al tema que tratamos; la acepción Nº 3 dice:

“3. m. y f. Persona que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística.”

Basándome en es definición extraigo una primera doble conclusión:

1) El escritor es un autor. 2) El ilustrador es un autor.

Aun corriendo el riesgo de ser redundante repito:

Quien escribe una obra literaria es el autor de dicha obra.

Quien realiza una obra artística es el autor de la obra que realizó.

(No analizo si la “obra literaria” está bien, o mal escrita, o lo que sea; simplemente asumo que se trata de un texto escrito, realizado por alguien que tiene nombre y apellido. De la misma manera, no analizo si la ilustración es una “obra artística” bien, o mal realizada; asumo sencillamente que se trata de una ilustración hecha por alguien que tiene nombre y apellido.)

Me parece que el problema comienza cuando se utiliza el vocablo coautoría, en todos los casos en que una obra literaria es editada con ilustraciones.

Olvidemos por un instante el vocablo coautoría, tal vez podremos analizarlo más adelante, o en otro momento. (Todavía no sé si me dará el cuero para eso.)

Estamos hablando de obras ilustradas, pero tal vez sería mejor hablar del objeto que soporta a esas obras ilustradas. (En esta instancia del planteo no consideraré si la obra ilustrada tiene pocas, o muchas ilustraciones, ni consideraré la calidad de las mismas, pues eso derivaría en asuntos que me alejarían del asunto que deseo dejar planteado.) Así que me remitiré a señalar que estamos frente a un objeto que tiene texto e ilustraciones. Y ese objeto, soporte del texto y de las ilustraciones que lo acompañan, luego de ser impreso y encuadernado, constituye un libro.

Como estamos hablando de un libro ilustrado infiero que el escritor aceptó que en su novela, cuento o poesía, participara un ilustrador. (No analizo si las condiciones de la editorial que publicó el libro obligaron al escritor a aceptar que junto a su texto literario aparecieran ilustraciones, ya sea por razones que pertenecen a los criterios de edición y de marketing, o a la necesidad imprescindible de ilustraciones que un texto reclamaba.)

Frente a este libro ilustrado, si me pregunto: ¿Quién fue el autor del texto de este libro?: Leeré en la carátula, y junto a este símbolo ©, copyright, el nombre del autor de quién se trata: Fulanito.

Con el mismo criterio, si me pregunto: ¿Quién ilustró este libro? Siempre debería encontrar en la carátula, y junto a este símbolo ©, copyright, el nombre del autor de quién se trata: Menganito.

Cuando un escritor acepta que su obra sea editada con ilustraciones —no importa si la aceptación proviene de un condicionamiento impuesto por criterios editoriales —simultáneamente está aceptando que un autor de ilustraciones participe en lo que más tarde, al ser impreso, será un libro. Un libro en el que obviamente participaron dos autores: uno es el autor del texto y otro es el autor de las ilustraciones. Por eso me parece incorrecto que el autor de un texto literario niegue la autoría de una ilustración a alguien que dibujó para su libro.

Como podemos apreciar, esto es algo muy diferente a su derecho a negar la coautoría de su obra literaria.

Por eso considero completamente justo el reclamo de los ilustradores de ser reconocidos con un © por las ilustraciones aportadas a los libros.

Por supuesto que no descarto que habrá muchos casos, cuando el escritor y el ilustrador trabajan ensamblados en un mismo proyecto de libro, y en los que ambos autores cooperan y aceptan la creatividad aportada por cada uno, que podremos decir que estamos en presencia de una obra realizada en coautoría.

Gracias, Sergio.

«Ver llover» reloaded

«La Casa en el Árbol es un lugar de encuentro» dice escuetamente la información que aparece en su página de Facebook.

...un lugar de encuentro

En la descripción agrega:

«Es un refugio entre libros, papeles, lápices, pinceles y música.
Es mi taller y mi pequeña librería.
Acá se dibuja, se pinta, se lee.
Se escucha música y se escucha a los pájaros.
Se charla con amigos y también se está en silencio…»

Después, recorriendo su blog, te enterás que La Casa en el Árbol es un taller, un espacio de arte, una pequeña librería especializada, un lindo lugar que queda por Pilar, en Buenos Aires, Argentina. También te enterás que al frente (o detrás, o al costado, o en la circunferencia) de este espacio está la ilustradora Alejandra Karageorgiu.

Y como quien no quiere la cosa, uno se entera que Alejandra estuvo trabajando con July, una alumna, una «niña grande» (dice Alejandra), e hicieron un taller muy especial:

«…durante el año exploramos las texturas, las formas, los colores, los materiales… Lo que está a nuestro alrededor y también adentro. Y ahora juntamos todo eso y lo mezclamos con cuentos y poemas. Este es el primer libro ilustrado que hicimos. Con algunos de los bellos poemas del libro Ver llover, de Germán Machado y Fernando de la Iglesia, editado por Calibroscopio».

Lo del título, pues, hicieron un Ver llover, reloaded. Los dejo con un par de ilustraciones y sus correspondientes poemas del libro:

Uno de los poemas de Ver llover ilustrado por July.

¿Qué color tiene el aire
y el agua
y los soplidos del viento
en una tarde de lluvia?

Miras la calle y ves los gatos
refugiándose debajo de los coches,
cubriéndose del frío y la llovizna.

Dependen de tus ojos
los colores.

Y cuando estás quieto
y te mojas
y una brisa te roza la cara
mientras dices:
rojo, azul, amarillo,
gatos, coches, llovizna…
las palabras te prestan los colores que faltan
en el aire, en el agua, en la calle,
en tus ojos oscuros,
sorprendidos.

Otro de los poemas de Ver llover ilustrado por July.

Y ahora se va el invierno.
Una nube se va, otra vuelve.

Liviana,
la lluvia cambia de color.

Se dora con el sol caliente,
amarillea como el pasto seco.

Y la tierra y la arena
piden
que llueva más:
están sedientas
todavía.

Y ahora tus ojos
quedan encandilados:

en el amarillo de esta lluvia
se encienden, arden y brillan.

Si quieren ver más, visiten la página. Por mi parte, muchas gracias a July y a Ale por lograr lo del principio: un lugar de encuentro. Y desde ya, me agendo visita para mi próximo viaje a Buenos Aires.  Allí nos vemos.

El camino de Olaj y Martín León Barreto

Un ilustrador uruguayo, Martín León Barreto, se alzó con el IV Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado con su libro «El camino de Olaj». Ahora se publica el libro y ya nos ponemos a esperarlo.

Quienes tengan buena memoria recordarán las ilustraciones que Martín León Barreto hacía para el semanario uruguayo, «Mate Amargo». La crisis o la búsqueda de otros horizontes se lo llevó para España, pero si ven sus trabajos se darán cuenta de que el imaginario de los ilustradores rioplatenses lo acompañan.

Mi enhorabuena para él, que mañana estará recibiendo su premio.

«El camino de Olaj», de Martín León Barreto (Editorial Kalandraka), IV Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado.

Ilustradores, escritores, ¿autores?: un intercambio

Por esas cosas buenas que tienen las redes sociales, en el día de ayer, en un contexto de intercambio no convencional, y sin preparación previa ni revisión posterior, se dio un diálogo virtual entre María Wernicke (ilustradora argentina) y Magdalena Helguera (escritora uruguaya) a propósito de la relación entre ilustradores, escritores y el carácter de autores que pueden llegar a tener ambos, puestos como artistas frente a sus realizaciones. El tema no está agotado, y es claro que requerirá de nuevos intercambios como este. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de publicarlo en este medio como un aporte a la discusión, tan necesaria y tan enriquecedora cuando se da sin cortapisas y con altura.

A continuación, el diálogo entre estas dos amigas del blog, a quienes agradezco que me hayan permitido reproducirlo aquí:

María Wernicke: El tema está en que ilustrador y escritor SON AUTORES. No sólo en el caso del libro álbum el ilustrador es autor, lo es siempre que lee un texto y plasma SU visión de él, en forma única, como no lo podría hacer otro más que él mismo (o ella misma). En fin… cosas que se instalaron hace mucho (lo de llamar autor sólo al escritor) y que hay que reinstalar.

Magdalena Helguera: María, el ilustrador a veces es autor y otras veces es intérprete. Igual que el escritor que escribe SU versión (única e inimitable) de una obra de Andersen, de Shakespeare, de los Hermanos Grimm… O que un/a bailarín o músico que interpreta SU versión (única e inimitable) de Gisselle, de La Cumparsita o el Danubio Azul. Los intérpretes son artistas, son creadores, pueden hacer cosas maravillosas, buenas u horribles, y merecen todo el reconocimiento por su trabajo.

Haiku, de Iris Rivera y María Wernicke (reseñado en este blog).

María Wernicke: Magdalena, entiendo lo que decís, aunque no acuerdo. En los libros infantiles, los ilustradores crean personajes, historias paralelas, hacen aportes únicos a la lectura del texto. Entiendo que unas veces más y otras menos, pero creo que es indiscutible la autoría: el uso del color y la forma son sellos de autor, no sólo la interpretación del texto forma parte del hacer de un ilustrador, la estética es de SU autoría. Si no, con ese criterio, un caricaturista, por estar representando un rostro que ya existe, no sería autor, y lo es… los hay de todas clases, como los hay de ilustradores. Sin entrar en juicio de valores: son autores.

Magdalena Helguera: También el estilo literario de un escritor es su sello, y no por eso —por ejemplo—, Graciela Montes se considera «autora» de «La Ilíada» por haber escrito una versión (para niños) de esta obra; el autor sigue siendo Homero (o los autores, si es que Homero en realidad fueron varias personas, como algunos dicen). Es distinto el caso del caricaturista, o el pintor de paisajes, que parten de la realidad, o de la naturaleza, no de la obra previa de otro artista.

María Wernicke: Graciela Montes es autora de esa versión única…

Magdalena Helguera: Sin duda el concepto de «autoría» hace años que está en proceso de revisión, y es sano y necesario reflexionar, conversar y discutir sobre ello. Pero me parece riesgoso que el criterio deba ser diferente para los ilustradores que para otros artistas, entre otras cosas porque me acuerdo de la Compañía Disney, que hoy en día lucra con libros titulados «Pinocho», «La sirenita», Blancanieves», etc., etc., que en el espacio de autor dicen «Walt Disney», como si Collodi, Andersen o los Hermanos Grimm no hubieran existido nunca.

María Wernicke: No entiendo el riesgo del que hablás. ¿Un ilustrador no puede ser artista, además? Por supuesto no acuerdo, en ningún caso, que el autor original de una obra no sea nombrado, ya sea una versión, libre, o una adaptación, o lo que sea. Pero la realidad es que las versiones o adaptaciones no dejan de ser novedosas en algún punto. Entiendo que el derecho de la obra original pertenece al autor como en el caso de Andersen, pero la autoría de «La sirenita» de Disney, me guste o no, no se puede negar. Calculo que si yo hiciese mi versión de «La sirenita», sería diferente. Por ejemplo, Innocenti, en «El último refugio», se apropia de muchos clásicos, pero su obra es única y original…. sus personajes dibujados lo son tanto como los de Disney. La diferencia está en que Innocenti reconoce esa autoría nombrando a los autores de esas obras y por lo que decís (nunca me fijé), Disney no.

Con Tigo de la mano, de Magdalena Helguera (reseñado en este blog).

Magdalena Helguera: Claro que los ilustradores son artistas, y por su labor como tales merecen un justo reconocimiento y una justa remuneración. Pero «artista» y «autor» son cosas diferentes. Hay cientos de artistas que han interpretado (muchos magistralmente y en versiones muy originales) «La Cumparsita» o «Cambalache», y los autores de estas obras siguen siendo Matos Rodríguez y Discépolo… Una cosa no quita la otra. Lejos está de mi intención desmerecer el trabajo de los ilustradores, que siempre he valorado y defendido en cuanta oportunidad se me presenta, pero creo que el camino para lograr la valoración que merecen no pasa por equiparar las situaciones en que el ilustrador produce una obra nueva desde el comienzo, con aquellas en que hace una interpretación o versión de una obra preexistente.

María Wernicke: «Oda a una estrella», ilustrada por Elena Odriozola, es una obra única. Nadie negaría la autoría de Neruda, pero tampoco la de Elena. Lo que me pregunto: ¿cuál es la línea que divide la autoría de la interpretación? La obra de Elena Odriozola es auténtica y única, e incluso autónoma si uno quisiera separar el texto de la imagen: la imagen funciona de todas formas, el texto podría no estar y sería otro libro. Como lo sería el poema de Neruda sin esas imágenes.

Magdalena Helguera: Ciertamente, la línea es muy sutil en algunos casos. Solo en algunos. Y en otros es inexistente. Pero no en todos. Por eso creo que el camino no es generalizar afirmando que «todo ilustrador es un autor», sino que hay que aguzar la mirada para captar la diferencia. Hay ilustraciones que crean, otras que recrean, otras que interpretan, otras que acompañan… Y otras, lamentablemente, que pueden llegar a estropear una obra literaria.

María Wernicke: Claro que sí. Puede ser… y también puede ocurrir lo contrario. Que una obra llamada literaria no lo sea y que su valor exista gracias al creador de la imagen. ¡Las hay! Tanto como en el ejemplo que ponés. Y también es real que a veces las ilustraciones sólo acompañan… pero (no puedo con mi genio) insisto en la autoría de ese acompañamiento. Porque, si no, daría lo mismo que ilustre cualquiera, y no es así.

Me parece buenísima esta conversación, Magdalena. Aunque en parte pensemos diferente, tomo todo lo dicho para seguir pensando y conversando, con vos cuando gustes y también con otros colegas. Creo que estás al tanto del proyecto de ley de autores en el que estamos trabajando los ilustradores argentinos… y realmente me parece interesante seguir pensando en este tema, ya que parte de ese proyecto incluye definiciones que no son tan simples como parecen. Y no sólo por la ley, sino por la relación editor-escritor-ilustrador, algo que necesitamos revisar entre todos, fundamentalmente en el mundo dela LIJ. Tampoco me gusta generalizar, pero realmente creo en que la forma, la estética, el manejo del espacio, tienen sello de autor. Porque de no ser así, las leyes de propiedad intelectual entrarían en juicio de valor. La ley protege a los autores más allá de si lo que hacen es bueno o no… Da para mucho, muchísimo. Por un rato me despido. Te saludo, encantada con este intercambio. Un abrazo.

Magdalena Helguera: ¡También me encantó dialogar contigo, y ojalá que alguna vez podamos continuar «en vivo»! Seguro que da para mucho más. Sobre todo si hay leyes en juego de por medio. Creo que es fundamental tratar de llegar al fondo de las cosas, y para eso hay que pensar y conversar mucho. ¡Un beso y hasta la próxima!

NOTA DE EDICIÓN: Los hipervínculos intercalados en la conversación corren por cuenta del blog. No estaban en el intercambio entre estas dos «autoras».