Por esas cosas buenas que tienen las redes sociales, en el día de ayer, en un contexto de intercambio no convencional, y sin preparación previa ni revisión posterior, se dio un diálogo virtual entre María Wernicke (ilustradora argentina) y Magdalena Helguera (escritora uruguaya) a propósito de la relación entre ilustradores, escritores y el carácter de autores que pueden llegar a tener ambos, puestos como artistas frente a sus realizaciones. El tema no está agotado, y es claro que requerirá de nuevos intercambios como este. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de publicarlo en este medio como un aporte a la discusión, tan necesaria y tan enriquecedora cuando se da sin cortapisas y con altura.
A continuación, el diálogo entre estas dos amigas del blog, a quienes agradezco que me hayan permitido reproducirlo aquí:
María Wernicke: El tema está en que ilustrador y escritor SON AUTORES. No sólo en el caso del libro álbum el ilustrador es autor, lo es siempre que lee un texto y plasma SU visión de él, en forma única, como no lo podría hacer otro más que él mismo (o ella misma). En fin… cosas que se instalaron hace mucho (lo de llamar autor sólo al escritor) y que hay que reinstalar.
Magdalena Helguera: María, el ilustrador a veces es autor y otras veces es intérprete. Igual que el escritor que escribe SU versión (única e inimitable) de una obra de Andersen, de Shakespeare, de los Hermanos Grimm… O que un/a bailarín o músico que interpreta SU versión (única e inimitable) de Gisselle, de La Cumparsita o el Danubio Azul. Los intérpretes son artistas, son creadores, pueden hacer cosas maravillosas, buenas u horribles, y merecen todo el reconocimiento por su trabajo.

Haiku, de Iris Rivera y María Wernicke (reseñado en este blog).
María Wernicke: Magdalena, entiendo lo que decís, aunque no acuerdo. En los libros infantiles, los ilustradores crean personajes, historias paralelas, hacen aportes únicos a la lectura del texto. Entiendo que unas veces más y otras menos, pero creo que es indiscutible la autoría: el uso del color y la forma son sellos de autor, no sólo la interpretación del texto forma parte del hacer de un ilustrador, la estética es de SU autoría. Si no, con ese criterio, un caricaturista, por estar representando un rostro que ya existe, no sería autor, y lo es… los hay de todas clases, como los hay de ilustradores. Sin entrar en juicio de valores: son autores.
Magdalena Helguera: También el estilo literario de un escritor es su sello, y no por eso —por ejemplo—, Graciela Montes se considera «autora» de «La Ilíada» por haber escrito una versión (para niños) de esta obra; el autor sigue siendo Homero (o los autores, si es que Homero en realidad fueron varias personas, como algunos dicen). Es distinto el caso del caricaturista, o el pintor de paisajes, que parten de la realidad, o de la naturaleza, no de la obra previa de otro artista.
María Wernicke: Graciela Montes es autora de esa versión única…
Magdalena Helguera: Sin duda el concepto de «autoría» hace años que está en proceso de revisión, y es sano y necesario reflexionar, conversar y discutir sobre ello. Pero me parece riesgoso que el criterio deba ser diferente para los ilustradores que para otros artistas, entre otras cosas porque me acuerdo de la Compañía Disney, que hoy en día lucra con libros titulados «Pinocho», «La sirenita», Blancanieves», etc., etc., que en el espacio de autor dicen «Walt Disney», como si Collodi, Andersen o los Hermanos Grimm no hubieran existido nunca.
María Wernicke: No entiendo el riesgo del que hablás. ¿Un ilustrador no puede ser artista, además? Por supuesto no acuerdo, en ningún caso, que el autor original de una obra no sea nombrado, ya sea una versión, libre, o una adaptación, o lo que sea. Pero la realidad es que las versiones o adaptaciones no dejan de ser novedosas en algún punto. Entiendo que el derecho de la obra original pertenece al autor como en el caso de Andersen, pero la autoría de «La sirenita» de Disney, me guste o no, no se puede negar. Calculo que si yo hiciese mi versión de «La sirenita», sería diferente. Por ejemplo, Innocenti, en «El último refugio», se apropia de muchos clásicos, pero su obra es única y original…. sus personajes dibujados lo son tanto como los de Disney. La diferencia está en que Innocenti reconoce esa autoría nombrando a los autores de esas obras y por lo que decís (nunca me fijé), Disney no.

Con Tigo de la mano, de Magdalena Helguera (reseñado en este blog).
Magdalena Helguera: Claro que los ilustradores son artistas, y por su labor como tales merecen un justo reconocimiento y una justa remuneración. Pero «artista» y «autor» son cosas diferentes. Hay cientos de artistas que han interpretado (muchos magistralmente y en versiones muy originales) «La Cumparsita» o «Cambalache», y los autores de estas obras siguen siendo Matos Rodríguez y Discépolo… Una cosa no quita la otra. Lejos está de mi intención desmerecer el trabajo de los ilustradores, que siempre he valorado y defendido en cuanta oportunidad se me presenta, pero creo que el camino para lograr la valoración que merecen no pasa por equiparar las situaciones en que el ilustrador produce una obra nueva desde el comienzo, con aquellas en que hace una interpretación o versión de una obra preexistente.
María Wernicke: «Oda a una estrella», ilustrada por Elena Odriozola, es una obra única. Nadie negaría la autoría de Neruda, pero tampoco la de Elena. Lo que me pregunto: ¿cuál es la línea que divide la autoría de la interpretación? La obra de Elena Odriozola es auténtica y única, e incluso autónoma si uno quisiera separar el texto de la imagen: la imagen funciona de todas formas, el texto podría no estar y sería otro libro. Como lo sería el poema de Neruda sin esas imágenes.
Magdalena Helguera: Ciertamente, la línea es muy sutil en algunos casos. Solo en algunos. Y en otros es inexistente. Pero no en todos. Por eso creo que el camino no es generalizar afirmando que «todo ilustrador es un autor», sino que hay que aguzar la mirada para captar la diferencia. Hay ilustraciones que crean, otras que recrean, otras que interpretan, otras que acompañan… Y otras, lamentablemente, que pueden llegar a estropear una obra literaria.
María Wernicke: Claro que sí. Puede ser… y también puede ocurrir lo contrario. Que una obra llamada literaria no lo sea y que su valor exista gracias al creador de la imagen. ¡Las hay! Tanto como en el ejemplo que ponés. Y también es real que a veces las ilustraciones sólo acompañan… pero (no puedo con mi genio) insisto en la autoría de ese acompañamiento. Porque, si no, daría lo mismo que ilustre cualquiera, y no es así.
Me parece buenísima esta conversación, Magdalena. Aunque en parte pensemos diferente, tomo todo lo dicho para seguir pensando y conversando, con vos cuando gustes y también con otros colegas. Creo que estás al tanto del proyecto de ley de autores en el que estamos trabajando los ilustradores argentinos… y realmente me parece interesante seguir pensando en este tema, ya que parte de ese proyecto incluye definiciones que no son tan simples como parecen. Y no sólo por la ley, sino por la relación editor-escritor-ilustrador, algo que necesitamos revisar entre todos, fundamentalmente en el mundo dela LIJ. Tampoco me gusta generalizar, pero realmente creo en que la forma, la estética, el manejo del espacio, tienen sello de autor. Porque de no ser así, las leyes de propiedad intelectual entrarían en juicio de valor. La ley protege a los autores más allá de si lo que hacen es bueno o no… Da para mucho, muchísimo. Por un rato me despido. Te saludo, encantada con este intercambio. Un abrazo.
Magdalena Helguera: ¡También me encantó dialogar contigo, y ojalá que alguna vez podamos continuar «en vivo»! Seguro que da para mucho más. Sobre todo si hay leyes en juego de por medio. Creo que es fundamental tratar de llegar al fondo de las cosas, y para eso hay que pensar y conversar mucho. ¡Un beso y hasta la próxima!
NOTA DE EDICIÓN: Los hipervínculos intercalados en la conversación corren por cuenta del blog. No estaban en el intercambio entre estas dos «autoras».
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