Hace años comentaba por aquí una novela de Sharon Creech: “Quiere a ese perro”. Hace meses que no comentaba nada. El blog está bastante abandonado, sí. Y como el 17 de junio es el aniversario (¡ya han pasado 9 años desde el primer posteo!), pensé que compartir ahora una lectura que hice en estos días, la de una novela de una autora de la que ya comenté algo en otra oportunidad, podía ser una forma de declarar que el blog sigue vivo, mantener la ilusión de que aún le late algo en su corazón virtual, que sus piernas siguen corriendo sin saber muy bien hacia dónde.
Qué mejor, a tales efectos, que detenerse en este “Un latido a la vez” (Heartbeat, de 2004) de la escritora norteamericana Sharon Creech, que la editorial Milenio acaba de recuperar en castellano (había una edición del 2008) y que Pagès Editors ofrece por primera vez en catalán con el título “Un batec alhora”.

Un latido a la vez / Un batec alhora, de Sharon Creech, 2018, Editorial Milenio / Pagès editors.
El personaje de esta novela se llama Annie. Tiene 12 años y le gusta correr. Comparte esa afición con su amigo Max. Pero a diferencia de él, a Annie le gusta correr “por el placer de correr”, no aspira a competir, no aspira a integrar ningún equipo de atletas, no aspira a ganar ninguna carrera.
La novela se detiene en narrar cuatro coincidencias que marcan la vida de Annie en un período acotado de tiempo: ella está por tener un hermano; su abuelo está enfermo de señilidad y parece decidido a dejar su lugar en la vida a los que están por llegar; en el curso escolar hay una profesora de arte que le pone de tarea a la clase de Annie hacer 100 dibujos de una misma manzana y otro profesor de lengua que se empeña en que los jóvenes enriquezcan su lenguaje usando mucho el diccionario; su amigo Max está atravesando una típica crisis adolescente y se encuentra enfadado con la vida. Y todo ello es enlazado por el hecho de que Annie corre descalza junto a Max, evitando que la enreden en el equipo escolar de atletismo.
Las anécdotas pueden resultar triviales. La trama es muy sencilla y no parece esconder grandes secretos ni tensiones excesivamente complicadas, si bien se percibe un trasfondo que late a pulso acelerado por debajo de las anécdotas. ¿Qué tiene entonces de bueno esta novela?
Su grandísimo mérito está en la forma: “Un latido a la vez” es una novela escrita en verso libre y está ordenada no por capítulos, sino por poemas más o menos breves, más o menos extensos, planteados como unidades en sí. Y, como poesía que es, tiene en la voz de la protagonista la vía de acceso a una interioridad expresiva, la de Annie, la del entorno social que la rodea, la del mundo por el que corre.
A su vez, la escritura responde a una poética muy cercana a la del poeta Williams Carlos Williams, por aquello de “ninguna idea, salvo en las cosas”, vale decir: una poesía que habilita a concentrarse intensamente en el devenir fugaz de los acontecimientos y de las cosas, y asignarles a estos la palabra exacta, la palabra que logre correr por delante de la imaginación y de la emoción, para imponerse por encima de las acciones y permitir que se oiga el latido (uno a la vez) que da la pauta del ritmo de la vida. Y todo ello, hay que decirlo, sin aires triunfalistas, sino, más bien, con cierto pesimismo respecto de los logros. En fin, una poética que se nos da un poco a la manera en la que Annie gusta de correr descalza con su amigo Max:
PIES DESCALZOS
Siempre corremos descalzos
Max y yo
porque nos gusta sentir
el suelo
bajo nosotrostierra arenosa
hojas lisas
ramas crujientes
guijarros pulidos.Incluso cuando hace frío
corremos por el camino duro, congelado,
las plantas de los pies descalzas
golpeando el suelo.Incluso cuando nieva
(que casi nunca sucede)
volamos a través de la pelusa blanca
los dedos de los pies hormigueandonuestros pies rojos
y vivos.Algunas personas piensan
que estamos un poco locos
corriendo descalzos
en la lluvia y el lodo y la nievepero a nosotros no nos lo parece.
Nos parece que eso es lo que hacemos
y es una de las cosas
que más me gustan de Max:
que corra
descalzo
conmigo.
Esta novela de Sharon Creech pone el oído en el ritmo de la vida de los adolescentes, “Pum-pum, pum-pum / pies descalzos golpeando el pasto”, e invita a correr con ellos durante un tramo, escuchando los latidos de esa edad tumultuosa. Y qué gusto hacer eso, poema a poema, en una novela.