Tienes un Emilio, y es de Tomi Ungerer

Tomi Ungerer comienza el libro “Ningún beso para mamá” con la historia de un pequeño gato que no se despierta en hora porque tiene un problema con el despertador:

El despertador no ha sonado porque Toni lo desmontó ayer por la noche.

Quería averiguar qué aspecto tenían los segundos, los minutos y las horas.

«El reloj debe de estar lleno de tiempo», pensó. «Oigo como se mueve: tic-tac, tic-tac. Pero ¿cómo lo hará?».

Al desmontar el reloj, su mecanismo interno salta por los aires. El pequeño gato ya no lo puede reparar y opta por arrojar los restos del artefacto por la ventana.

despertador

«Ningún beso para mamá», de Tomi Ungerer.

Me interesa esta escena porque la entiendo significativa del vínculo, o de la desvinculación, que el autor ha logrado respecto del tiempo: él ha hecho un trabajo de creación de libros que trascienden la mecánica del tiempo, que rompen con cualquier forma de obsolescencia. Tal como el gato Toni, que de manera escandalosa rechaza los besos de su madre y que por una letra no tiene el mismo nombre que el autor, en algún momento de su vida Tomi Ungerer desmontó el tiempo y arrojó por la ventana una obra que ya no cabía adentro de los relojes.

No toda la obra de Ungerer está traducida al castellano y publicada en España (es menos aún la traducida al catalán). Y de la traducida y publicada, no toda se encuentra en librerías. Pero lo asombroso es que los títulos que siguen circulando mantienen una actualidad y una frescura que pareciera que han sido realizados fuera de cualquier época, de cualquier tiempo.

Cojo de las estanterías unos cuantos títulos del autor; unos en catalán, otros en castellano:

-“El ogro de Zeralda”, Ekaré, 2013, publicada originalmente en 1963: tiene 53 años.

-“Els tres bandits”, Kalandraka, 2008-2015, es de 1963: tiene 53 años.

-“On és la meva sabata?”, Kalandraka, 2014, es de 1964: tiene 52 años.

-“Hombre luna”, Libros del Zorro Rojo, 2012, es de 1967: tiene 49 años.

-“Ningún beso para mamá”, Anaya, 2007-2015, es de 1974: tiene 42 años.

-“Flix”, Ekaré, 2013, publicada en 1997: tiene 19 años.

-“El Hombre Niebla”, Lóguez, 2013, es de 2012: tiene 4 años.

Ungerer

Algunos de los (pocos) libros de Tomi Ungerer disponibles en catalán y en castellano.

Cualquiera de estos títulos, publicados con un cuidado especial por las editoriales en cuestión, parecen libros de ahora, contemporáneos, siempre novedosos para quienes llegan a ellos por primera vez o para revisitarlos. Y eso vale tanto para la fuerza expresiva de la ilustración como para el tratamiento literario de las narraciones: como que no envejecen.

Darle la bienvenida, entonces, a un nuevo título en castellano y en catalán de Tomi Ungerer es, nunca mejor dicho, recibir una novedad. Y no importa que este “Emilio” sea de 1980: está tan fresco como si hubiera sido cosechado en la última primavera. Recién publicado en castellano, en gallego y en catalán por la editorial Kalandraka, puede ser presentado al público infantil y adulto como un libro de ahora, de estos días.

tapa emilio

«Emilio», de Tomi Ungerer, recién publicado por la editorial Kalandraka.

Cuenta la historia de la amistad entre el capitán Samofar, un célebre buzo, y Emilio (Emili para los catalanes), un pulpo gentil y divertido, que salva al capitán del ataque de un tiburón, iniciando con esa acción una serie de proezas que lo volverán famoso, un superhéroe.

La ilustración, realizada al modo de los comics, a dos tintas (rojo y verde), sobre fondos blancos que prácticamente no dan detalles de los escenarios, son un ejercicio de virtuosismo del autor que, no en vano, ha sido considerado uno de los mejores dibujantes del mundo. En determinado momento de la historia, se interrumpe la narración para dar juego, como en un espectáculo de magia, a que el pulpo se contorsione trazando formas increíbles: una silla, un trineo, un coche, un unicornio, un toro, un pájaro, un elefante… Y eso, que como recién decía, puede ser visto como un mero ejercicio de virtuosismo por parte del ilustrador, se acompasa perfectamente con el relato, para acercarnos mejor al personaje de Emilio y reforzar nuestra admiración hacia él. Nada está de más en el trabajo de este autor, en el que la economía de recursos hace crecer la historia a ocho brazos: los de nuestro superpulpo.

En el blog de Ana Garralón hay un excelente monográfico para acercarnos a este autor polifacético, Tomi Ungerer, que a sus 85 años de edad, cada día dibuja mejor.

Ephemeroptera

Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus, singula dum capti cincumvectamur amore.”
“Pero entre tanto huye, huye irreparable el tiempo, mientras nosotros, atrapados por el amor, damos vueltas una y otra vez a las mismas cosas de una en una.”
Virgilio, Geórgicas (3: 284)

 

Es un tópico literario: el tiempo pasa, el tiempo huye, el tiempo vuela, tempus fugit. Se refiere a lo inevitable de la vida y de la muerte. Muchos poetas, clásicos y modernos, acudieron a él, o quizás sea mejor decir que “lo forjaron”, porque como un metal de campana, o como las manillas de un reloj, es de hierro la idea, y resuena, ding, dong, tic, tac… en nuestras cabezas: se nos va la vida.

Por lo general, la propia idea de que el tiempo vuela va asociada a una suerte de respuesta automática: haz lo que tengas que hacer ahora, no dejes para mañana. Este otro tópico es el del carpe diem.

Cuando somos niños no tenemos muy clara la noción del transcurso del tiempo. Vivimos en un presente eterno. El tiempo siempre es ahora. Pero hay un momento en la vida en que algo nos llama la atención sobre el tópico: despertamos a él. Recuerdo, en particular, una expresión que solía usar mi padre. Él decía: dura lo que dura un lirio. En algún momento, exploré ese dicho, y descubrí que el lirio es un tipo de flor que abre los pétalos por la mañana y se marchita al atardecer. Un día, dura un lirio: tempus fugit. La reflexión sobre la vida del lirio quizás haya sido mi primer contacto con este tópico literario, y seguramente, también, una suerte de iniciación a la melancolía (pero ese es otro tema).

Lirio de un día, solo un día. Y un día, justamente, es el tiempo de vida de los efemerópteros, un orden de insectos conocidos vulgarmente como efímeras.

¿Puede este insecto, la efímera, convertirse en el motivo de una buena historia para niños? ¿Puede, dar pie a un álbum que ponga a la mano de los más pequeños, de manera amena, con una propuesta informativa y narrativa cargada de sensibilidad y de humor, el tópico del «tempus fugit» y asociarlo con un giro de gracia al tópico del «carpe diem»?

La respuesta está en el álbum “Efímera” (“L’efímera”, en catalán), del francés Stéphane Sénégas, publicado recientemente por la Editorial Takatuka.

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«Efímera», de Stéphane Sénégas (2007), Editorial Takatuka, Barcelona, 2016 (disponible también en catalán: «L’efímera»).

 

Dos hermanos descubren sobre la mesa de su casa a un pequeño insecto que resulta majo, inofensivo y divertido. No saben qué insecto es. Buscan en internet la respuesta. Repasan fotografías de distintos insectos hasta que dan con la información que buscan.

efímera

«Efímera», doble página interior: el descubrimiento en internet.

El insecto es una efímera. Al leer la información, descubren que este insecto tiene una vida muy breve. “Nomás vive un día”, le grita el hermano mayor al más pequeño, que ya había adoptado al insecto como su amigo. “Qué triste, es demasiado poco. No es justo”, responde el menor. Entonces, ambos hermanos deciden que ese día, que es toda una vida, resulte inolvidable para la efímera. Las horas transcurren y los hermanos le van proponiendo al insecto una serie de juegos y aventuras muy divertidos.

efímera pirata

En el baño se puede encontrar un mar tan efímero como un barco de piratas hecho con papel de diario: los hermanos lo saben, la efímera lo disfruta.

Pero lo inevitable llega sobre el final de la tarde. La efímera muere, y de ese hecho, de la tristeza que arroja ese hecho inevitable (el tempus fugit), sacan una conclusión que viene a ser una lección de vida para ellos (el carpe diem). El insecto tuvo una vida maravillosa, una “súpervida”, porque ellos, los dos hermanos, así se lo propusieron para él: ¿no pueden hacer lo mismo para sus propias vidas?

plan del álbum efímera

El plan del álbum en la web del autor.

Stéphane Sénégas, ya desde las guardas del libro, hace una apuesta al humor. La pequeña efímera aparece alternativamente disfrazada con un casco de aviador, unas plumas de indio, un sombrero de payaso, una gorra de baño, unos lentes de sol…

guardas del libro efímera

Las guardas, como para ir entrando en el juego…

En portadilla, el insecto, con unos ojos enormes, asombrados, quizás asustados, lee la definición del adjetivo “efímero-a” en un diccionario. En la primera página está en el centro de la mesa, iluminada por una lámpara, a la vista de los dos hermanos que la acaban de descubrir. Ilustraciones puestas sobre fondos planos, jugadas a la economía y la efectividad, ofrecen personajes dibujados al modo de los comics, con trazos sencillos y cuidadamente descuidados, pintados en colores planos, con un manejo de la angulación de los puntos de vista que permite la convivencia en escena del pequeño personaje con los personajes de los niños. La incorporación de información no descuida la tensión de un hilo narrativo breve, dado más por las ilustraciones que por el texto, que apenas pone lo necesario en un diálogo dramático mínimo y suficiente como para plantar, en página, los motivos para la reflexión final de los hermanos, los personajes, los niños que leerán.

Un libro de esos que es mejor no dejar para mañana. Un libro que bien puede celebrar los 7 años que hoy cumple este blog.