La marcha de 150.000.000

Me entero, leyendo en la web del MLRS, que la edición definitiva de La marcha de 150.000.000 (publicada por Ediciones Eclipsados hace poco más de un año) agotó su tirada. Y más aún, me entero, que Quique Falcón ha decidido colgar el libro entero en la web (las partes 1 y 2 ya estaban disponibles hace tiempo). Sí, entero, entero, para descargárselo en un PDF.

He tenido la suerte de intercambiar palabras y textos con Quique Falcón. Es un poeta generoso y dolorido. Quizás es generoso por ser dolorido. Y quizás también es dolorido por ser generoso. Pero más allá de esas dos características, su voz poética (casi escribo profética) encierra (casi escribo libera) un cúmulo de voces que en el discurrir de sus cantos (este libro puede ser leído como un conjunto de cantos o como un largo poema en marcha: 5 secciones, en 55 cantos, en 5.000 versos) manifiestan el amor y la ira, la conciencia y la rabia, la airada asfixia de la poesía en nuestro tiempo, la potente impotencia de la poesía en estos tiempos, estos tiempos oscuros…

Y la boca de nuevo,

sólo la boca, entonces,

cae del estropicio calculado de un poema

y amontona sacos y pulmones en la tarde

en la tarde sus tendones

imposibles, destensados, vueltos agua en el declinar del rito.

Los otros, los pobladores, no dirán de nuestra espera

sacarán al gato del azul de sus vitrinas

alcanzarán la ira en la penumbra del niño

repartirán su aullido, las gotadas de la noche contra el miedo

y ya no habrá ni juegos, ni visitas.

A la hora de recomendar esta lectura (¡y vaya que la recomiendo!) sólo me queda decir que aquellos que estén dispuestos a entrar en este libro han de saber que entran en una dimensión donde el nombre de la herida es, de por sí, la herida misma. Y después ya no queda remedio, ni heterónimo que nos cubra…

Devuélvanme mis libros | ¿Para qué escribimos? (II)

Escribir libros que duren en el tiempo. Libros que no viajen en cajas desde la imprenta a la editorial, de la editorial a la librería, de la librería (sin salir de las cajas) de vuelta a la editorial, de la editorial al depósito y, de ahí, vuelta a la pasta de celulosa: materia muda del origen de esos libros que pasan por el mundo en una estela de inopia y de secretos.

Escribir libros para un aquí y ahora insospechado, y no para la muda ucronía del comercio instantáneo y los descuentos.

Escribir libros para que alguien los descubra alguna vez en una biblioteca, en una página web, en el porfiado anaquel de una librería, en las mesas de una feria (donde el tiempo parece detenerse entre las más extrañas encuadernaciones) o en las manos de un lector que viaja en ómnibus, yendo o volviendo.

Escribir libros para que su escritura termine en la lectura atenta de una persona: esa consumación de lo escrito.

Escribir libros dignos de ser libros. La vanidad no excusa la porfía del papel ni tampoco los bits del trasto inconveniente.

Escribir libros que valgan la pena. Y si no, dejar de escribir libros.

Poesía con niños: bienvenida para un libro de Mercedes Calvo

Mañana, miércoles 17 de noviembre, en el marco de la 30ª. edición de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de México, se presenta el libro «Poesía con niños. Guía para propiciar el encuentro entre la poesía y los niños», de la maestra y poeta uruguaya Mercedes Calvo.

El libro está editado por la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), en su colección Alas y Raíces, que es una colección de guías para promotores culturales, maestros y todos aquellos interesados en trabajar cuestiones artísticas y culturales con y para niños. En definitiva, este libro (cuya tirada es de 6.000 ejemplares) es una herramienta práctica con la cual apoyar o poner en camino algún proyecto de enlace de los niños con la poesía, y viceversa.

Mercedes Calvo con los niños

Una mirada al índice ya puede darnos una idea sobre el enfoque que Mercedes Calvo da a su trabajo. En la primera parte, aborda cuestiones de carácter conceptual, indagando en los posibles (y deseables) vínculos entre infancia y poesía:

  • La infancia, paraíso perdido
  • Poesía y poema
  • El poder de la palabra
  • La poesía infantil
  • El adulto como transmisor
  • ¿Para qué transmitir poesía?
  • ¿Qué poesía acercamos al niño?
  • ¿Cómo acercar la poesía al niño?

Luego de esta última pregunta, viene una segunda parte donde se sugieren una serie de actividades para desarrollar en distintos ámbitos de interacción entre los promotores de la poesía y los niños:

  • Actividades en familia
  • Actividades fuera de casa
  • Una primera aproximación a la poesía
  • Una nueva relación con la palabra
  • Recuperar el poema como estructura sonora
  • Vincularse personalmente con el poema
  • El cuaderno íntimo
  • Transmitir el poema
  • Apropiarse de la palabra
  • Para memorizar y recuperar la finalidad lúdica

El libro se cierra con un «Glosario» y una «Bibliografía» donde se citan, además de los libros utilizados, otros que pueden ser de utilidad para el trabajo, y también algunos sitios web de referencia.

Transcribo un párrafo del libro, en el cual se propone una definición de «la poesía infantil»:

Podríamos entonces afirmar que poesía infantil es aquella que, independiente de cuál ha sido el propósito del autor, es aceptada y gustada por los niños. Por lo general, esta poesía no ha sido escrita específicamente para ellos, pero conecta con su sentir, traduce su inquietud y no tiene otra utilidad que su belleza.

Y otro párrafo que, a manera de recordatorio, antecede a la formulación de una gran cantidad de posibles actividades a desarrollar con la poesía y con los niños:

Es importante recordar que el protagonista es aquí el poema: tratemos que no se pierda en la maraña de actividades lúdicas que preparemos. Es verdad que el niño y el juego son inseparables, pero tratemos de que haya espacio para el encuentro con la poesía y silencio para oír la resonancia interior que ésta despierta. Una actividad recreativa y dinámica no significa, necesariamente, un mero pasatiempo donde se ejerciten únicamente los músculos y las cuerdas vocales. Recordemos que uno de los significados de recrear es volver a crear y a esa finalidad debemos, precisamente, apuntar.

En mi entrada anterior en este blog manifestaba preocupaciones que este libro viene a atender. Le doy la bienvenida, entonces. Felicito a Mercedes Calvo por su trabajo. Y me quedo con el libro a la mano, que ya habrá oportunidad de volver a él: sin dudas.

Poesía y escuela (I): cero grado

—¿Les gusta la poesía?

—Noooooooooo…

Así empezó esa suerte de presentación/taller exprés de poesía que hice en la 8ª. Feria del Libro de Maldonado. Eso pregunté y eso respondieron niños y niñas escolares de Maldonado, de 5º y 6º grado (entre 10 y 12 años).

Y está bien. Es un buen inicio. Pienso que es el punto de partida desde el que hay que comenzar a hacer un trabajo de promoción de este género, la poesía, en esas edades.

Claro que uno podría dejarse caer ante una respuesta tan contundente. Pero no fue mi caso: creo que iba preparado. Y remonté desde ahí, desde esa respuesta tan negativa, porque sabía de ese prejuicio extendido entre los más pequeños. Un prejuicio que incluso haría que un niño o una niña que sí gusta de la poesía prefiera silenciar esa afición ante el grupo por temor a hacer el ridículo. Y es que por alguna razón, en la que habría que investigar un poco más, los escolares se apartan de la poesía. ¿Será porque los han obligado a hacer alguna lectura tediosa de cierta poesía que a la primera oída suena anquilosada o plúmbea? ¿O será por preconceptos anteriores incluso a cualquier lectura: «la poesía no sirve para nada»; «la poesía es una mariconada»; «la poesía es algo sin pie ni cabeza»?

Hay que investigar esto, pero a la par, hay que hacer la prueba de revertir el prejuicio. Al principio, preguntando nomás. «¿Les gustan las canciones?» Eso sí, aunque sin pensar que de pronto detrás de una canción hay un poema. «¿Les gustan los trabalenguas y las adivinanzas?» También, aunque sin sospechar que detrás de esos juegos de palabras hay versos muy bien medidos y rimas estudiadas al dedillo.

Y luego de la jornada de hoy me queda claro que los niños pueden entretenerse intercambiando sobre el significado de una metáfora, llegando a percibir los extraños mecanismos del trasfondo en el que se desplaza poéticamente el sentido de las palabras. Que también pueden inquietarse ante el descubrimiento de una nueva palabra —«runrún», por ejemplo— y al rato estar usándola para resolver un acertijo o expresar algo de una manera distinta.

«y el agua es un runrún»

Efectivamente, se puede remontar el «noooooooo» inicial de los escolares, e irlo dando vuelta para que ellos puedan acercarse a la poesía. Cuarenta minutos, en el marco de una actividad extraordinaria, seguro que no es suficiente para revertir la densidad de ese prejuicio. Pero un trabajo sistemático, hecho con tino, partiendo de algunos elementos propios de la poesía —la sorpresa, la imaginación, la memoria, la expresión de ideas y sentimientos, los juegos de palabras, los ritmos, las rimas, la sintaxis, los sentidos figurados—, un trabajo desarrollado a lo largo de todo el ciclo escolar, graduado, constante, lúdico, bien ilustrado, y seriamente encarado: ello ayudaría a romper con el prejuicio inicial y darle al niño o a la niña la posibilidad y la libertad de acercarse a la poesía, o de rechazarla, incluso, pero sabiendo el porqué. Un trabajo que maestras y maestros se deben, en primer lugar, a ellos mismos, luego, a sus alumnos. Siempre se está a tiempo.

«nace la lluvia y comienza / a precipitar su mirada / sobre la tierra»

Un momento muy grato de la actividad, ya casi sobre el final, fue cuando les leí uno de los poemas de Ver llover, y les pregunté cómo lo interpretaban, cómo interpretaban el significado de algo tan simple y a la vez tan complicado como puede ser la idea de que «la lluvia extiende su mirada sobre la tierra». Se produjo uno de esos silencios en los que se nota con claridad el esfuerzo conjunto de un grupo de niños por pensar e imaginar una respuesta. Pasaron unos segundos. Más silencio. Entonces les pregunté si querían que les leyera de nuevo el mismo poema para que pudieran repensarlo mejor. La respuesta fue siiiiiiiiiiiii…

¿Para qué escribimos? (I)

La pregunta no es fácil. Pero me gusta cómo la responde la poeta Tatiana Oroño:

Escribir es una finalidad que se transforma antes de ejecutarse. Se escribe para llegar (para poder llegar) a ser quien se es.

Tatiana Oroño con Homero al fondo