Vamos a imaginar, por un momento, una escena rural: en el campo, un día soleado, sobre la tierra nutricia y polvorienta, una gallina se desplaza con calma, paso a paso, picoteando aquí y allá unos granos de maíz. Va despacio. Va sin prisa. Sube y baja la cabeza cada vez que conquista un grano amarillo, y otro, y otro más. Los come de a uno. Así engorda.
Esa escena podría ser la metáfora perfecta para ilustrar la lectura de este libro de poesía que lleva por título “Maíces de silencio”, porque el lector que entre en este libro lo hará con calma, poema a poema, leyendo página a página esas estrofas que con el discreto encanto de lo mínimo rompen la quietud del instante y se proyectan hacia la inquietante eternidad del silencio.

«Maíces de silencio», de María Crisitina Ramos, ilustraciones de Sandra de la Prada, publica editorial SM, Colección Barco de Vapor, Serie Blanca, Primeros Lectores.
El lector leerá poco a poco, quizás en voz alta. Y callará. Bajará y subirá la cabeza sobre las páginas, como masticando los versos, para luego digerir ese grano luminoso que acaba de conquistar con su lectura. La poesía también es esta forma de leer.
Los poemas que nos ofrece María Cristina Ramos en este libro invitan a saludar lo invisible, lo eludido, lo que no tiene la solidez protagonista de la palabra dicha, sino la presencia agonista que late en el silencio de lo que, no habiendo sido nombrado, ofrece una mayor rotundidad para el pensamiento y para la imaginación:
En esta pecera,
uno, dos y tres,
desfilan dos peces
y otro no se ve.
¿Será pez de luna
o pez de papel?
Sabanita de agua,
¡déjamelo ver!
Dos peces saludan:
—¿Cómo le va a usted?
Pero yo saludo
al que no se ve.
En esta pecera,
uno, dos y tres.
Más de una vez me he quejado del abuso que se hace de las formas populares de la poesía cuando se la escribe para niños y niñas. La rígida normativa que exige el verso menor y la rima marcada se erige como ser y deber de la poesía infantil. Me he quejado de eso, sí, porque, más a menudo de lo deseable, la forma se erige como un vacío que pretende subrayar el carácter infantil de los versos y de las estrofas en desmedro del contenido literario del poema. Es de la falta de poesía de lo que me quejo ahí, cuando lo hago.
Quizás algunos hayan podido leer mi queja como un rechazo global por ese tipo de poesía más cercana a la tradición. Error. A mí me resulta maravilloso leer a una poeta como María Cristina Ramos cuando construye sus poemas con una precisión formal impecable, a la vez que va al núcleo de la poesía y la hace brillar, más o menos como brilla un grano de maíz para la visión polvorienta de la gallina que lo busca bajo el sol, picoteando aquí y allá, donde lo encuentre.
Eso es lo que vuelvo a hallar en este libro que contiene 12 poemas dirigidos a primeros lectores. Cada poema, breve, consume 4 páginas del libro, dispuestas de la siguiente manera:
-Una doble página impresa sobre un fondo de color plano, que contiene el título del poema y una ilustración de detalle;

Interior, páginas 8-9, título del poema: De sol
-Otra doble página que contiene el texto del poema y su respectiva ilustración en plano general.

Interior, páginas 10-11, texto del poema.
Las ilustraciones de Sandra de la Prada, de colores vivos, siempre impresas a sangre, pintadas a mano con acrílicos y ceras, prácticamente sin trazos de los contornos en las figuras, contagian un aire de una libertad que juega, a su vez, con una interpretación de los poemas que pasan a ser ilustrados en plan narrativo, saltando del plano detalle, que se ofrece en la primera doble página del título, a un plano general, desplegado en la doble página en que se lee el poema. En todos los casos, el aire que se ofrece en ese pasaje de las páginas coloreadas, que da un tempo de respiro y de reposo a la lectura, refuerza la invitación a entrar en los poemas como quien va picoteando, aquí y allá, la redondez de los silencios, sus granos de maíz, su nutriente.
El libro acaba de ser publicado por la editorial SM de España (setiembre de 2018), y recupera una edición de los poemas que la autora hizo en Argentina, en 2003 con la editorial Ruedamares.