Y al final, en 2012 la literatura infantil se nos fue de las manos

2012 ha sido un año movido en este blog. Algunas notas que publiqué en este año dinamizaron mucho al sitio, a tal punto que una sola entrada, aquella que socarronamente preguntaba ¿Vamos los escritores a dejar la Literatura Infantil en manos de los ilustradores?, se posicionó en seis meses como la quinta nota más visitada del sito, con más de 2.100 visitas.

Este blog, que está por llegar a las 95.000 visitas desde que abrió en 2009, obtuvo en este año unas 57.000 visitas, más de la mitad del total: un 60%, para ser más exactos. Eso da cuenta de su crecimiento, y de un crecimiento centrado en su carácter de blog especializado en (o mejor: dedicado a) la literatura infantil, si bien lo he sostenido con un tinte personal, tal como debe ser con un blog de autor.

No solo las notas más teóricas, por así decirlo, llamaron la atención en 2012. Hubo reseñas escritas en este año que también concitaron mucho interés entre la audiencia. Por ejemplo, la reseña que hice del libro de Paula Bombara, “Solo tres segundos”, llegó al lugar seis del ranking de las entradas más visitadas, con 2.000 visitas. Y las notas sobre poesía para niños, etiquetadas como notas sobre “poesía y escuela” se han mantenido entre las más visitadas.

Por otra parte, una de las cosas más interesantes de este año, en relación al sitio, fue que una de las polémicas aquí generadas saltó a la prensa escrita, que se hizo eco del debate albergado en estas páginas sobre la literatura infantil y las manos en las que está, las manos que la mueven o la paralizan: escritores, ilustradores, editores, mediadores…

Ante estos números, ante este movimiento, podría llegar a ilusionarme con la idea de que en Garabatos y Ringorrangos he logrado asir algo de ese mundo (“campo”, es la palabra teórica al uso) de la literatura infantil. Vanidad de vanidades… Termina el año y sé, al modo socrático, que cada vez sé menos sobre la dinámica de la LIJ. Avancé, es cierto, pero el avance solo me sirvió para ver que ese “mundo”, a medida que uno entra en él, se hace cada vez más ancho y ajeno, más inasible, más dinámico, más líquido o fugaz.

Y entonces, al finalizar el año, me pregunto: ¿para qué sirve este blog? ¿Para qué sirve seguir publicando reflexiones, investigaciones-no-muy-metódicas, impresiones, experiencias, ideas acerca del mundo de la literatura infantil?

Ese es el punto: para mí, lo mejor que me dio este blog durante el último año fue la perspectiva de tejer una red entre varias personas que trabajan en torno a la LIJ. Han sido los comentarios, las devoluciones, las críticas que suscitaron algunas de las entradas aquí publicadas lo que más me ha motivado a seguir pensando y escribiendo sobre literatura infantil, sobre cómo se construye, sobre cómo se la moviliza, sobre cómo se la hace llegar a sus destinatarios: los lectores. Un diálogo que no siempre se reflejó en estas páginas, pues ha saltado a otras redes (Facebook, por ejemplo), o se dio en instancias presenciales o correspondencias personales con otros autores e investigadores.

Ese diálogo me dejó ver que la LIJ no está en manos de nadie a la vez que va pasando de mano en mano para estar un poco en el sitio en el que se encuentra cada uno y todos los que la van tejiendo. Y desde este blog, desde este pasamanos, desde este hilo discursivo, continuaré construyendo y continuaré invitando (o provocando) a todos los que se sientan involucrados para seguir siendo un nudo en esta red: un nudo por el que pasarán distintos hilos, de ida y de vuelta, un nudo que mantiene unido al tejido de la red.

Dejo entonces mi saludo para todos, con el deseo de que el año que viene la sigamos. Porque lo importante es que el deseo de algo mejor, más ancho, más abarcador, más diverso y menos «propietario» no caiga y siga su vuelo: ese vuelo anhelante.

Un saludo de año nuevo. Foto: Santiago Ventura.

Un saludo de año nuevo. Foto: Santiago Ventura.

territorio inseguro

Foto: María José de Barros.

Foto: María José de Barros.

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el ángulo del empedrado que baja y se hunde en el río,
el camino superficial, y el otro, el que cala las aguas:
pasaje, galería, túnel

tomar impulso, saltar por sobre lo que acecha escondido en la línea de la orilla,
saltar ese territorio inseguro, la duda barrosa de las aguas hendidas:
musgo, árboles, monte nativo

una estación donde los trenes se abandonan en los barcos
y los barcos barrenan el tiempo que encadena la espera del viajero indeciso:
guarida, refugio, cobertizo

¿qué nombre, el de los pájaros? ¿qué nombre, el de los peces?
¿qué nombre han de tener los hierros que fijan el camino?:
¿retirada, silencio, cautela, cobardía?

si trasgredís los nombres tendrás lo que no fue
y acaso también tengas lo que pudo haber sido:
los otros cielos

si pronunciás los nombres tendrás un viaje largo
y los pájaros y los peces quizás vayan contigo

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