Kvêta Pacovská, 1928-2023

Ayer a la noche, después de cenar, nos debatíamos sobre si nevaría o no, cuando, sin decir agua va, Stel·la me soltó: «ha muerto la Pacovská». Estaba con el móvil en las manos y lo leyó en el muro de alguien. Enseguida chequeamos la información en la prensa. Sí, la noticia era cierta: un par de periódicos checoslovacos lo anunciaban. Compartimos la noticia en nuestras redes y, en seguida, nos comenzaron a llegar respuestas, sobre todo de ilustradores, que, uno detrás de otra, reconocían la maestría de esta polifacética autora: artista, escultora, tipógrafa y, lo más cercano para nosotros, ilustradora de libros para la infancia.

Hoy me pareció importante recuperar y hacer circular un artículo que salió publicado en el número 46 de la Revista Peonza, en diciembre de 1998, que a su vez había sido traducido de una publicación original aparecida en la revista norteamericana Bookbird, volúmen 35 N° 2 (pgs. 46-49). El artículo es de Constance Vidor, bibliotecaria en la
Cathedral School de la Catedral de St. John the
Divine en Nueva York, y la traducción va firmada por M.J.M.V.

Kvêta Pacovská, por Constance Vidor.

Los ilustradores de libros infantiles como Maurice Sendak, Peter Sis y Genaddy Spirin han demostrado que las ilustraciones de libros infantiles pueden tener el mismo grado de brillante técnica y belleza expresiva que la que se encuentra en las Bellas Artes. Importantes exposiciones de ilustraciones de libros como la denominada «Mito, magia y misterio: 100 años de Ilustración Infantil Norteamericana«, expuesta en tres grandes ciudades durante los años 1996 y 1997, han logrado que la ilustración del libro entre en la órbita del museo de arte y que los trabajos gráficos originales para la ilustración de libros tengan ahora una significativa presencia en galerías de arte y colecciones privadas; sin embargo es raro encontrar hoy en día un artista cuya carrera conjugue a la vez ilustración de libros con Bellas Artes.

La artista checa Kvêta Pacovská es uno de estos raros ejemplos. Nació en Praga en 1928 y ha expuesto sus pinturas, dibujos, collages, litografías, esculturas… por todo el mundo. Su obra para libros infantiles ha logrado numerosos galardones, incluidos el
Premio Catalonia de Barcelona en 1988, el Premio Alemán de Literatura Infantil en 1991 y el Premio Hans Christian Andersen en 1992.

La obra pictórica y las ilustraciones de libros de Pacovská comparten las mismas inclinaciones estilísticas: fuertes contrastes de color, mezclas caprichosas de formas concretas y abstractas y la fascinación por el espacio, el movimiento y la transformación. La influencia del estilo Bauhaus se refleja en su preferencia por las composiciones planas, por las atrevidas formas geométricas y por la utilización del texto como un elemento del diseño del libro. La afinidad de Pacovská con la estética Bauhaus queda de manifiesto también en las criaturas híbridas que pueblan sus ilustraciones. Igual que los personajes y los trajes creados por Lothar Schreyer y Oskar Schlemmer, directores del Taller Teatral de la Escuela Bauhaus cerca de 1920, las vigorosas figuras de Pacovská están brillantemente coloreadas, caracterizadas por la mezcla de lo humano y de lo animal. Torsos, cabezas y narices están cómicamente hinchados, estirados o comprimidos en categorías adecuadas a un esquema juguetón que va cambiando las figuras, los movi mientos y sugieren un ballet abstracto y delicado de formas, semejante al ingenioso ballet mecánico vanguardista de Schreyer. Otro eco de la sensibilidad de la Bauhaus se encuentra en la mentalidad de Pacovská al colocar las palabras en la página. Se presentan en diagonal, en horizontal y se dispersan alrededor en distintos tamaños y dimensiones, que insinúan un papel puramente visual del texto.

Me encuentro con Pacovská en marzo de 1996 en la Galería Central Europea donde se exponía su trabajo, presentaba grandes litografías y misteriosas figuras audazmente coloreadas, cubrían las paredes. Delicadas esculturas de papel que sutilmente reflejaban luces y sombras en sus superficies, estaban suspendidas en el techo. Una construcción de dedales centelleaba dentro de una caja de cristal. Un cuadro de figuras luminosas, coloreadas sobre fondo blanco con piezas muy delgadas, se extendía sinuosamente fuera de la lona, sugiriendo un resumen visual de los temas artísticos de la exposición: esculturas divertidas, insinuaciones de movimiento y exaltación del encanto sensorial del color. Una seductora invitación a estar en contacto con el movimiento que parece emanar de estos bellos objetos.

Más tarde, en su estudio, Pacovska compartía conmigo algunas de las ilustraciones de sus obras. Sus libros incorporan la misma sensibilidad estética evidenciada en su fino material gráfico, todos están creados para ser entendidos no solo como objetos visuales, sino también como objetos táctiles en movimiento. Me miraba con ojos oscuros y brillantes mientras me mostraba cómo sus libros con plegados, sorpresas y troquelados invitan al lector a volver, mover, destapar y mirar con atención sus páginas de principio a fin. Mientras está leyendo se para y demuestra que el libro está concebido como un objeto independiente, lo mueve al revés o al derecho y lo inclina en diferentes ángulos para recibir la luz. Observándola podía ver cómo manipulaba las posibilidades de las partes móviles de los libros, convirtiendo al lector en un escultor. La satisfacción del lector-escultor va aumentando tras los múltiples matices, los brillantes colores, las letras decoradas, los trozos plateados y las páginas transparentes que le conducen a la transformación de las figuras de papel.

Las metamorfosis abundan en los libros de Pacovská. Alguna vez el texto incita a una transformación escultural de la página como en su obra Rund un Eckig (Gossau/ Zurich: Ravensburger, 1994) donde un hombre-lápiz acostado proclama: «soy una línea, un rectángulo, un cuadrado». Cuando el lector pasa la página la media sección del hombre-lápiz aparece inesperadamente para formar primero un diamante y luego un cuadrado, este surge al ascender su mano derecha para crear un ángulo recto con la página de la izquierda. Otras transformaciones tienen una presencia puramente visual, como el dibujo del hombre-luna en una página semitransparente en Teatro de Medianoche (Montena. Barcelona, 1993)

Las metamorfosis también se suceden en algunos libros con hojas troqueladas, cuyos dibujos pintan una hermosa y fluida sucesión de cambios alrededor de una imagen estática. En Teatro de Medianoche la página troquelada de la cubierta acoge a un sonriente hombre-luna y le lleva agarrado a una cuerda a través de una sucesión irreal de paisajes y cambios corporales. El hombre-luna se convierte en una de las dos cabezas de un payaso, en un fantasma flotante sobre un cielo. marrón, en un dios mirando hacia abajo a una figura felina, un gato en la caja y en un espectador en un teatro.

En El pequeño rey de las flores (Editorial Kókinos. Madrid, 1993) Pacovská utiliza los troquelados reforzando la estructura del cuadro y el fondo. En la primera parte de la historia el rey permanece inmovil en un jardín con su corazón abierto y lleno de deseo. Durante esta parte de la historia la imagen del rey se ve a través de un cuadrado recortado en el centro de cada página, como si estuviera prisionero. En la segunda parte el rey se libera del troquelado y a través de unas páginas profusamente coloreadas, viaja buscando aquello que va a satisfacer sus anhelos. En la conclusión de la historia los troquelados centrales reaparecen, pero esta vez el rey está con su nueva reina juntos en el jardín.

La transformación en el trabajo de Pacovská es un fenómeno intelectual, además de físico. […] La noción de metamorfosis también está muy presente en la realización de las criaturas y demás personajes. Identificables criaturas humanas y animales como reyes, hipopótamos, ranas y enanos han cuadrado extraordinariamente en sus cuerpos como si captaran en medio de los cambios una forma biológica y otra geométrica. A veces un gran círculo o rectángulo con esquinas redondeadas sustituye el torso de la criatura. Los pájaros tienen brazos, piernas y botas con altos tacones, cerdos que tienen alas y una piña juguetona, un bombín, unos títeres. Las criaturas de Pacovská, semejantes a las figuras en una representación teatral de la Bauhaus, son una mezcla caleidoscópica de dibujos abstractos y elementos figurativos concretos.

Sus libros repiten por todas partes ciertos tipos de seres, insinuando una cosmología personal de símbolos imaginativos. La gordísima rana, la narizota del hombre-luna y la enorme tristeza del sonriente gato están entre estos tipos. El hombre-lápiz es una de las más destacadas apareciendo con diferentes variaciones en sus libros y en sus trabajos gráficos. […]

El payaso de Teatro de Medianoche tiene un simpático parecido con el hombre-lápiz, con su alto y rectangular cuerpo, sus levados tacones y un sombrero puntiagudo. Quedo fascinada en el estudio de Pacovská al ver una larguísima, colorista y brillante escultura de un hombre-lápiz colgado de una pared. Como un clown, una técnica interpretativa, una marioneta de dedo, el hombre-lápiz introduce una aureola de alusiones teatrales al simbolismo artístico del lápiz.

Los personajes híbridos de Pacovská, audaces figuras geométricas en páginas complejamente organizadas, están bien adaptados al mágico mundo de los cuentos de hadas. Ella ha ilustrado cuentos de los Hermanos Grimm y de Andersen y ha escrito e ilustrado su propio cuento de hadas: El pequeño rey de las flores. Sus libros-concepto Rund un Eckig, Eins, Funf, Viele y Grun, Rot, Alle (Green, Red, All; Ravensburger, 1992) son sueños poéticos inspirados en formas, números y colores. En estos, tan buenos como sus vanguardistas Teatro de Medianoche y Flying, está creando, tanto cuando escribe como cuando ilustra, textos que funcionarán como trampolines verbales dentro de encanta doras manifestaciones visuales. Sus libros, juguetones, divertidos y por encima de todo bellos, ofrecen concretas diversiones ópticas y táctiles, así como insinuaciones de complejidad psicológica. Ellos ejemplifican su observación «La ilustración es la primera galería de arte del niño. En estas primeras galerías de arte los niños no solo pueden mirar, sino también tocar, jugar y reir«.