Poesía es cuando vuelan las arañas

Voy a comentar un libro de poemas para niños que es de los más bellos que he leído en los últimos tiempos. Se trata de “La araña que vuela”, poemas de Nelvy Bustamente, ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves, editado por Sudamericana en Argentina, en el año 2008. Hacer un juicio así, extremo (“de los más bellos”), puede resultar pedante y arbitrario para quien lea esta reseña. Considerando esa posibilidad, me esforzaré en argumentar por qué entiendo que el libro me resultó así de importante.

La araña que vuela

«La araña que vuela», poesía para niños, de Nelvy Bustamante e ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves

Más o menos por la mitad del libro, en un poema construido con preguntas, la escritora interroga:

Las arañas
poetas:
¿en vez de tejer
telas
tejen
poemas?

En ese poema-pregunta, sospecho que está encerrada la clave de este libro. Al hilo de las distintas imágenes y símbolos que puede ofrecer la visión atenta del comportamiento de las arañas, visión poéticamente atenta, Nelvy Bustamante nos ofrece un poemario que sorprende en cada poema y en el conjunto, perfectamente hilvanado. La poesía, aquí, será un asunto de hilado fino.

El primer poema lleva el mismo título del libro:

LA ARAÑA QUE VUELA

La araña teje
una estrella
de tela.

Punta tras punta
va y viene
pata tras pata
bordando el cielo.

Cuando se cansa
cuelga las agujas
y vuela.

Este primer poema ya nos sorprende y nos deja en estado de alerta. Y es que se supone que las arañas no se cansan nunca, que siempre han de estar en lo suyo: tejer su tela y estar alertas para agredir a las víctimas que caen en ella. He ahí los dos grandes sentidos simbólicos que coinciden en este pequeño animal, la araña: su capacidad creadora y su agresividad destructora. Un tercer sentido simbólico es dado por el lugar que ocupa la araña en su tela y por la tela en sí: construida en espiral, la tela de la araña es como un mundo (estrella, cielo) con un centro donde la araña se ubica y desde donde mantiene el frágil equilibrio de esa construcción. La tela de la araña, entonces, como el mundo entero. La araña, como su centro regente. Y el trabajo de la araña como la fuerza que mantiene el equilibrio del mundo en su proceso constante de destrucción y construcción.

¿Y la sorpresa, entonces? Justamente ahí: en que en contraposición con esa simbología ancestral, a la que los lectores estamos acostumbrados, la araña de este libro, la araña poeta que teje este libro, vuela. He ahí el inicio de esta maravillosa (y maravillada) lectura.

Hay que seguir leyendo, poema tras poema, para saber cómo se comporta esa araña voladora, esa araña de la poesía. Seguir leyendo los casi treinta poemas que nos presentan un juego de metáforas impecable, que se entretienen en invertir los simbolismos clásicos, pero a sabiendas de que no es fácil escapar de ellos: “…la araña / un punto negro / tapizando / el mundo entero”.

En el conjunto de los poemas parece primar el verso libre. Digo “parece”, porque eso es a menudo la ocultación de un trabajo rítmico versal detenidamente estudiado. En todo caso, hay en todos los poemas un ritmo muy bien logrado. Los poemas cantan a través de juegos de rimas que nunca resultan forzadas (rimas que a veces son internas y a veces asonantes entre los versos). Y cuando la rima y el verso están calculados y claramente fijados, su efecto es como el de un aire de canciones entrañables que nos llegan ligeras : “Ya salta / ya vuela / ya al mundo / da la vuelta entera”.

Hay una sensibilidad exquisita en los poemas, tal como este, donde la poeta escoge su araña preferida:

Un poema de La araña que vuela

Página interior del libro «La araña que vuela»

Y hay también densidad poética. Desde que la araña se larga a volar, justamente, todo queda en cuestión en este libro de poesía. En esa dirección poética (dirección vertical: a lo alto y a lo hondo), hay un poema que me gustó especialmente:

OTRA COSA

La tela
es de la araña;
el vuelo,
de las gaviotas;
¿el tiempo?
el tiempo es otra cosa.

En lo formal, si uno estudia al detalle este poema se dará cuenta de que se trata de tres versos octosílabos deconstruidos en tres pares de versos que alternan tres y cinco sílabas cada uno. Eso, salvo en el último verso, donde al agregarse (y al repetirse) el enunciado “el tiempo” (tres sílabas), el verso queda de ocho sílabas (y no de cinco, como hubiera correspondido, y omito ex-profeso considerar la sinalefa que surge de la conjunción). Lo genial en este poema es, precisamente, que ese agregado y esa repetición, que formalmente vendría a romper la construcción medida de todo el poema, en realidad lo que pretenden es marcar una sustracción: se quiere quitar al tiempo de la condición de ser algo poseído por alguien. Para marcar esa sustracción del tiempo de la esfera de los objetos pasibles de ser apropiables, la poesía procede dándole un destaque especial: lo repite a la vez que lo hace romper la forma. El tiempo entra así en el ámbito de una imposibilidad, tal como el vuelo de las arañas: no es un tema fácil, pero qué bien propuesto y qué sugerente resulta en el conjunto.

Me parece formidable este poema hallado en este libro, porque nos habla de un libro que se cuida muy bien de ofrecer la mejor poesía, de la mejor calidad, a la lectura de los niños, y de hacerlo con una sencillez construida, como ya fue analizado, en base a un trabajo muy complejo y riguroso con la forma, con los símbolos y con los temas.

El libro termina con un poema que lleva por título “Vuela la araña”. De este modo, y para cumplir con la estructura de símbolos relativa a la araña y su tela, el libro asume una forma en espiral donde el último poema se hilvana con el primero en un juego de hilados interminables. Es también un bello poema:

VUELA LA ARAÑA

Vuela la araña
y cierra los ojos.
¿Quién la rescatará
si se cae a un pozo?

Un poema que invita a los lectores a pensar en cómo sostener el vuelo de la araña una vez que se cierra el libro, que invita a involucrarse en ese juego.

Las ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves, a pleno sobre cada página o en dobles páginas completas, le dan al conjunto de los poemas un fondo que los resalta. Con la sencillez geométrica de sus ilustraciones-collages, en diálogo con los textos pero sin interferir con ellos, genera una suerte de imágenes de tapices, esos otros tejidos, esas otras telas que dan aire al vuelo de la araña y al vuelo de la imaginación que cada poema impulsa. Las ilustraciones reafirman, además, el desplazamiento entre la imagen de la araña y la personificación, identificación, de quien acometa su lectura, su escritura, su suerte de poeta.

Vuela la araña, vuela la poesía, vuelan sus lectores.

Contratapa del libro con información sobre las autoras.

3 respuestas a “Poesía es cuando vuelan las arañas

  1. Querido Germán, recuerdo otras arañas y otras poesías siempre tuyas. ¿Por qué no las pones en tu blog o en una editorial?
    Genial post.
    Un beso enorme.

  2. Hola Germán, soy Celia Chacón una lectora de los libros de Nelvy, siempre admirada por su poemas, por su trabajo y por su potencia cretiva. Quiero decir que me encantó tu reseña tan medulosa y que alumbró el impacto que causó en mí este maravilloso libro de poemas. Ahora Nelvy ha publicado El libro de los fantasmas. Exquisito.

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