Trece instrucciones para ayudar a leer al niño

En el día de hoy participé de una mesa redonda organizada por el Ministerio de Educación y Cultura, Área de Letras, en el marco de la 10a. Feria del Libro Infantil y juvenil.

Recorte de Prensa

La mesa estaba integrada por Malí Guzmán (escritora), Dinorah López Soler (escritora, periodista, investigadora y crítica de literatura infantil y juvenil), Lía Schenck (escritora), Adriana Cabrera Esteve (escritora) y Virginia Lucas (Asesora del Área Letras del Ministerio de Educación y Cultura). Intercambiamos sobre nuestras distintas visiones de lo que es la Literatura Infantil y juvenil y también sobre la importancia de los Premios Literarios para este género, y cómo hacer para mejorar sus convocatorias. Fue un buen diálogo entre todos.

Como anécdota, quiero decir que entre el público participante se encontraba la escritora Mercedes Calvo. Cuando la identifiqué (sólo la conocía a través de internet),  me tomé el atrevimiento de presentarla como la última ganadora del Premio Hispanoamericano de Poesía. Era la primera vez que me la encontraba en persona, si bien ya la conocía virtualmente, y habíamos intercambiado algunos correos. Paradojas de nuestro país: esta fue la primera vez que Mercedes recibió el aplauso de sus coterráneos en reconocimiento por ese premio (merecido, por cierto).

Extracto de una ilustración de Fernando de la Iglesia para Ver llover

Para esta actividad había preparado un texto que ahora quería compartir con ustedes.  Lo publico tal como lo escribí, aunque no llegué a leerlo todo.

TRECE INSTRUCCIONES PARA AYUDAR A LEER AL NIÑO

De un tiempo a esta parte me acosa la pregunta de si la Literatura Infantil tiene una entidad real y valiosa. Mejor dicho, desde hace un tiempo me pregunto si el adjetivo «infantil» le agrega algún valor al sustantivo «literatura».

Comparto con la argentina María Teresa Andruetto su idea de avanzar hacia una literatura sin adjetivos. Dice ella:

El gran peligro que acecha a la literatura infantil y a la juvenil en lo que respecta a su categorización como literatura es justamente el de presentarse a priori como infantil o como juvenil. Lo que puede haber de «para niños» o «para jóvenes» en una obra debe ser secundario y venir por añadidura, porque el hueso de un texto capaz de gustar a lectores niños o jóvenes no proviene tanto de su adaptabilidad a un destinatario sino sobre todo de su calidad, y porque cuando hablamos de escritura de cualquier tema o género, el sustantivo es siempre más importante que el adjetivo. De todo lo que tiene que ver con la escritura, la especificidad de destinatario es lo primero que exige una mirada alerta, porque es justamente allí donde más fácilmente anidan razones morales, políticas y de mercado.

Siendo así, acepto poner la mirada atenta en el destinatario, y entonces transfiero mis dudas iniciales desde la categoría de la literatura infantil hacia la categoría de la infancia en sí. Me interrogo, pues: ¿Qué es la infancia hoy en día? ¿De qué modo existe? ¿Cómo podría ser, ya no la literatura infantil sino la experiencia de la lectura y escritura con la infancia?

Y a partir de esas preguntas, con ese ánimo crítico, me pongo a escribir y a leer, sabiendo que en ambos actos estoy intentando aportar algo para la construcción de la infancia lectora, algo que, en definitiva, es una apuesta por construir infancia, así, a secas.

Sé que no estoy solo en esto. Sé que mi trabajo es social, aunque no todos lo abordemos del mismo modo. Me anteceden otros escritores e infinidad de personas e instituciones que se dedican a promover la lectura: docentes y escuelas, bibliotecarios y bibliotecas, editores y editoriales (pocas y bastante  conservadoras en nuestro medio), ilustradores (que en nuestro país merecen un mayor reconocimiento y un mejor trato que el que se les dispensa), críticos de la prensa (casi inexistentes en Uruguay) y blogueros de internet (muchos por todo el mundo), instituciones no gubernamentales, el Estado, padres, madres e hijos. Y pienso que es la literatura, que es la calidad de la literatura, así, a secas, lo que puede llevarnos por un mejor camino para construir y formar lectores infantiles.

En el cuento con que fui premiado por el MEC el año pasado, el personaje central, Maho, es una niña que se niega a que le lean cualquier cosa. Tiene sus motivos. Pero también su abuela tiene motivos para querer leerle una historia fantástica. El cuento relata esa pugna entre la nieta y la abuela, jugando con poner la realidad y la fantasía en la encrucijada de los tiempos actuales. Y lo hace respondiendo a lo que antes me proponía: cuestionar la entidad de la literatura infantil y la de la propia infancia, concibiendo a ambas no como categorías estancas, sino como una relación compleja e inestable en la actualidad.

Y es que al escribir uno no puede abstraerse de esas complejidades. Tampoco al leer se puede. Si estamos dispuestos a asumir la tarea de promover la literatura infantil, de promover la literatura a secas, y de contribuir así a promover a la infancia en sus capacidades creativas, sea cual sea el lugar en el que nos ubiquemos, debemos saber que la tarea no es fácil. Que hay un sistema de depredación al acecho: mercados, poderes, banalidades mediáticas, violencia y mediocridad. Pero también debemos saber que avanzar en esa búsqueda (promover es siempre buscar) resulta muy gratificante. Esta no es una tarea puramente reproductiva. El desafío, aquí, también implica imaginar algo nuevo, y algo distinto: ¿la literatura? ¿la infancia? ¿el deseo? ¿la realidad?

Desde mi experiencia de lector y escritor; conciente de que uno escribe a medida que aprende a leer; para no terminar esta locución con preguntas; y a riesgo de resultar pedante: propongo ahora trece instrucciones para ayudar a leer al niño que, así lo pienso, pueden ordenar mejor mis ideas sobre el tema. Son estas:

1. No lea al niño que usted dejó atrás: lea con el niño que está junto a usted. Tampoco se adelante al niño en su lectura: conózcale su tranco, acompáñelo y déjelo leer en soledad cuando él así lo quiera.

2. Lea como si usted nunca fuera a dejar de ser un niño, pero sabiendo que ya no lo es. Lea en la actualidad, pero sabiendo que en el futuro estará el pasado y en el pasado también estuvo el porvenir.

3. Lea lo que el niño le pide, pero también lo que el niño le da. Disfrute de ambas cosas, y que ambos disfruten. Y si el niño quiere leerle algo a usted, déjelo hacer, incluso cuando el niño todavía no sabe leer.

4. Lea en el espacio y en el tiempo adecuados. No se desubique. En el caso en que lea con el niño por las noches: nunca se duerma usted antes que él.

5. Al seleccionar la lectura, piense en el niño con el que va a leer, pero no haga caso a las categorías, ni a las clases, ni a las edades, ni a los tamaños. El único que puede ser caprichoso en cuanto a elegir la lectura es el niño, no usted.

6. Lea todo lo que venga, pero también todo lo que se va. Piense que toda lectura es una encrucijada.

7. Lea con el niño sólo cuando está seguro de dos cosas: que no tiene ninguna otra tarea más importante para hacer y que leer con él no representa una tarea para usted. Si no está seguro de eso, igual es mejor que lea con el niño a que no lo haga.

8. Lea con el niño como si fuera la última vez que va a hacerlo, y también como si fuera la primera.

9. Lea con el niño como si usted fuese uno de esos bambúes —conocidos como Cañas de la India— que florece y produce semillas una vez cada 120 años para luego morir. Piense que esos bambúes florecen todos juntos y a la vez, y que alguna de las semillas que lanzan logrará evitar a los depredadores para poder reproducir la especie. Si esto no lo convence, piense que esos bambúes igual se propagan de forma constante, produciendo nuevos brotes a partir de rizomas subterráneos.

10. Lea con el niño como si estuviese ayudando a un ciego a cruzar la calle. La fraternidad, o el amor filial, tienen algo que ver en eso, aunque luego de cruzar la calle, usted seguirá su camino personal y el niño (como el ciego) avanzará por el enigma de sus recónditas distancias.

11. Si cuando está leyendo con el niño éste lo interrumpe, detenga la lectura y preste atención a lo que surge. Piense que no todo lo que van leyendo está escrito en el libro. Las digresiones son propias de una lectura imaginativa. Atrévase a ir más allá de la letra o a volver desde lo escrito a la realidad: piense que la imaginación antecede a la escritura y también la desborda.

12. Piense que el acto de lectura es un modo de comunicación que trasciende lo que un texto dice o ilustra. Si la lectura hace ruido en la comunicación, déjela de lado. Sepa cuando es el momento adecuado para dejar de leer al niño.

13. Si realmente está dispuesto a leer con un niño, hágalo como le dé la gana: no siga ninguna instrucción al respecto. Manténgase en sus trece.

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Esta comunicación debe gran parte de su contenido a:
 
Guillermo Álvarez Castro: «Instrucciones para ayudar a un ciego» (cuento). En: Estrellas de cine y otros cuentos (2009).
María Teresa Andruetto: «Hacia una literatura sin adjetivos» (ensayo, 2009)
Joaquín Giannuzzi: «Instrucciones para ayudar a un ciego», poema.
Stephen Jay Gould: «Los bambúes, las cigarras y la economía de Adam Smith». En: Desde Darwin. Reflexiones sobre Historia Natural (ensayos, 1977)
Daniel Link: «Fantasmas. Imaginación y sociedad» (ensayos, 2009)
Ana Lorenzo: Correspondencia personal.
Juan José Saer: «Una literatura sin atributos» En: El concepto de ficción (ensayos, 1997)

36 respuestas a “Trece instrucciones para ayudar a leer al niño

  1. Germán: me gustó mucho tu artículo. Siempre digo que yo abandoné demasiado pronto la literatura infantil para embarcarme en la juvenil. Desde los 7 años empecé con novelones largos y sin ilustraciones porque «libros con muchas ilustraciones son para los chicos chiquitos» recuerdo que decía.
    Como siempre sucede, hace un par de años la vida se vengó y me puso un curso sobre ilustración en libros infantiles delante. Así fue como entré a ese fabuloso mundo de libros álbumes, versos maravillosos e ilustraciones mágicas ya pisando los 30. Descubriendo que si es «literatura infantil» entonces yo soy un infante porque la adoro. Y además justo a tiempo para empezar a leer cuentos con mi beba.
    Tus instrucciones se adaptan a la perfección a nuestro momento de cada noche, en el que ella busca en su carro de cuentos el que quiere leer y pasa las hojas como mejor le gusta interrumpiendo a cada paso y señalando sus dibujos favoritos y yo siento que no hay nada más importante en el mundo para hacer que compartir con ella ese momento. Gracias por compartir este texto! Me gustó mucho. Saludos! bárbara

  2. Germán:
    Me encantó lo que escribiste y comparto con Bárbara ese momento de lectura sobre el texto y los dibujos que también estoy vivenciando con mi hija y que ¡está buenisimo!.
    ¡Me encanta leerte porque hacés que se mueva mi cabeza!
    Saludos. Magda

  3. Bárbara, lo que comentas fue perfectamente señalado por Ana Lorenzo como algo que faltaba a las 13 instrucciones: dejar que el niño lea incluso cuando no sabe hacerlo ;-) Lo agregué a tiempo.
    Me alegro les haya gustado el texto. Un amigo me dijo que era «wildeano», lo cual es un elogio demasiado grande. Tiene, sí, algo de provocación, en primer lugar para mí. Saludos.

  4. Hola Germán!

    Hola Germán!

    Tus instrucciones para animar a leer al niño, me parecieron muy acertadas.
    Coincido también contigo -aunque no todos del mismo modo, como tú bien dices- hay muchas personas e instituciones que luchamos con pasión promoviendo la lectura desde muy temprana edad: docentes, bibliotecarios, mediadores, padres, autores, ilustradores, trabajadores sociales, algunas editoriales (“pocas y bastante conservadoras en nuestro medio”!!)
    Concuerdo igualmente contigo con el pobre reconocimiento que se les da a los ilustradores, (Uruguay cuenta con muy buenos ilustradores) y también en que casi no existen verdaderos críticos literarios. Como tú, estoy convencida que la literatura de calidad, es la que puede abrir el camino a formar verdadero lectores infantiles.
    Por eso, debemos promoverla, a toda costa. Leer y leer literatura de calidad.

    Ya que hablamos de formar lectores y de la trascendencia que tiene la lectura en la vida de las personas, comparto contigo y tus amigos del blog, un artículo de Fabricio Caivano.
    Muchos de nosotros tuvimos la buena fortuna de escucharlo el año pasado, ya que fue invitado por el Centro Cultural de España al seminario “Nuevos Lectores del S. XXI: Lector y Lectura de Calidad”.

    GRACIAS, SEÑORA FIORIO/Por Fabricio Calvano

    «Hace muchos años, tres tardes por semana, tenía clases de italiano con una vieja profesora de porcelana y luz, la señora Fiorio.
    Me hacía leer en alta voz los versos de La Divina Comedia y, luego, hacer unos gráficos con la exacta ubicación de todos los pecadores en los tenebrosos círculos concéntricos del Infierno.
    Aún los conservo, amarillentos, en las páginas de uno de los libros.
    Al principio, me fastidiaba renunciar a la primavera –entonces siempre era primavera- y enclaustrarme en aquel recargado piso del ensanche barcelonés.
    Pero me fue fascinando la situación: ese amor absoluto de la profesora hacia Dante (sólo compartido con Manzoni) y la extraña relación de tutoría espiritual, elegantemente elíptica y silente, de ella hacia mí. Finalmente, quedé atrapado por el mundo dantesco, tan recóndito y minucioso como mis gráficos. Durante dos cursos caminamos por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, en una tertulia iniciática y exigente.
    El último día, la señora Fiorio, vestida como una dama inglesa, me ofreció una taza de té con pastas. Éramos ambos conscientes de que enterrábamos una experiencia vital, no unas clases de italiano.
    Al acabar me confió un secreto: ”Lee. Lee siempre. Cuando todo te vaya bien, lee. Y cuando creas que el mundo se te hunde, trágate las lágrimas, y enciérrate en una habitación a leer”.
    Me sonó un tanto trágico. Era primavera y yo sabía que siempre sería un adolescente y el mundo un paraíso a mi disposición. Ella era vieja y sabia; yo era joven e ignorante.

    Luego empecé a navegar, surcando aguas profundas y rozando contra las aristas del mundo, abandonando la eterna primavera, y sometido a la luz y a las sombras del vivir. Y esa escuela atenuó aquella soberbia ignorancia de grumete. Y los libros, desordenadamente, han ido hermanándose con la perplejidad y el gozo de vivir.
    Porque se lee –ahora lo sé- tanto para ensancharnos en los demás como para escapar de ellos. Se lee como conquista y como huída. Se lee para saber lo que ignoramos y también para olvidar lo que sabemos. Para destilar certezas y para hacer acopio de dudas. Para recordar y para olvidar.
    Cuando uno es un grumete encaramado a la proa de la vida, eso no se sabe, pero si entonces se lee, cuando llegue el momento leeremos para aliviar los dolores que la vida nos regala…Y sobre todo leeremos para vencer a la Muerte, la única certeza que nos va ganando terreno.
    Porque los libros tienen una facultad milagrosa: detienen el tiempo y hacen infinito el espacio, en los que nos movemos como ciegas hormiguitas.
    Eso siempre se descubre demasiado tarde: que los buenos libros, como las buenas personas, nos regalan algunos gramos de inmortalidad»
    En: CLIJ 2(5)1989, p. 82

  5. Hola Adriana, bienvenida al blog y gracias por tu aporte. Solo una aclaración: no dije que no había críticos, dije que son casi inexistentes. Algunos (más bien: algunas) hay, y hacen un buen trabajo. En el artículo, por lo pronto, está referido el programa de Dinorah. Y de vez en cuando aparece algo por algún medio escrito. Son necesarios muchos más.
    Saludos, Germán.

  6. Germán, ya te dije que era una ponencia que conquistaría al público: nos ha conquistado a todos :-) Gracias por esas reflexiones y por esos consejos (y su paradoja).
    Un beso grande.

  7. Pingback: TamTam » Garabatos y ringorrangos

    • Hola, Soledad. Gracias por visitar el blog. Si quieres recibir las novedades puedes suscribirte en la columna de la derecha, abajo, donde dice eso: SUSCRIPCIÓN POR CORREO ELECTRÓNICO. Asimismo, te recomiendo que utilices los RSS para ese fin. Hay programas como el FeedDemon que funciona muy bien, y sino el Google Reader. Te haces tu propio menú de páginas y vas viendo día a día las novedades. Yo lo uso mucho y me rinde un montón. Saludos.

  8. Hola

    acabo de aterrizar aqui, en realidad por el articulo de las 13 instrucciones para leer a un niño y me encanto esa reflexion de que durante muchisimo tiempo se tomo a la literatura infantil y juvenil como un genero «menor» o sin importancia que deberíamos olvidar y por supuesto tratar de no volver a leer en pos de ller literatura mas adulta…. afortunadamente para mi ese periodo me duro poco y con mucho placer relei los clasicos juveniles e infantiles.

    Muchisimas gracias por tus atinadas instrucciones sobre todo aquella de «lee como si fuera la ultima vez que lo vayas a hacer» es tan cierta que se nos ovida que efectivamente si puede ser la ultima.

    Saludines

    Susana

  9. hola Ger,

    hace un tiempito tg emandé un correo para decirte cuán disfrutable es tu blog

    ahora repito, para decirte que tus instrucciones reorientarán, esta mismita noche, las lecturas con Salvador

    (soy de los padres ciruela que le dice: atendé, ¿podés creer? sí, claro, más que ciruela, pichón de Mussolini, lo sé)

    felicitaciones, abrazo

    • Hola Fabio, me alegro andes por aquí de visita. En cuanto a tu «atendé», pues, ahora que lo pienso, quizás de vez en cuando no esté mal recordarle al niño que uno le está leyendo un texto a él y no a las paredes, y que estaría bueno, si es el caso, que él preste atención a la lectura. Claro que si haces eso muy seguido es que algo no anda bien: o el texto elegido, o el lector, o el momento, o alguna de las tantas variables… ¡pobre Salvador! Abrazo.

  10. Hola German, a finales de año editarán mi primer libro para niños/juventud/adultos. Lo leí varias veces y me decía: – es para niños, también para jovenes y todavía mejor, es tambien para adultos. Muy ilustrativo tus 13 puntos. Mi hija siempre leyó antes de dormir. Al niño le costó más. Desarrollé un plan de competir con él para estimularlo y ver quien avanzaba más en la lectura del mismo libro. Me funcionó. Ahora es adulto y siempre intercambiamos opinión de lo que estamos leyendo. Aplicaré ahora con mis nietos tus aportes. Gracias.

  11. Interesante lo de las instrucciones. Especialmente el punto número cuatro: «en ningún caso se duerma usted antes que él».
    Lo siento, no he podido evitar partirme de risa. Desde luego que tendré que recordar bien el punto 4, hago esfuerzos por no caer rendida ante la lectura entrecortada y monotono de uno de mis hijos de 6 años, después de una agotadora jornada de trabajo.
    Prometo enmendarme!!!!
    Gracias

    • Elena, si logras que con seis años tu hijo lea, entrecortado o no, monótono o no, ya has recorrido un largo camino: puedes sestear tranquila ;-)
      Saludos, y gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario.

  12. Hola Germán,
    Te escribo desde Brasil. Me encanta tu blog… Enhorabuena por tus instrucciones y toda la información compartida por aqui. Espero poder conocer pronto a tus libros. Estas traducido al portugues?…
    Saludos brasileños,
    Silvana

    ps – he tomado la libertad de compartir tus ideas en mi blog. Espero que no te moleste… He añadido un link a tu blog para explicar donde encontré la información.

    • Hola, Silvana. No hay traducción al portugués de mis libros :-( Pero veo que tienes muy buen dominio del español, así que los leerás sin problema. Y me alegro que te hayan gustado las instrucciones. Ningún problema por difundirlas. Al contrario, gracias. Saludos.

  13. Hola Germán, recién descubro tus 13 instrucciones, están muy buenas…tanto, que me las llevo para compartir con los lectores del blog de Kalén.
    Saludos, Cecilia.

  14. Estimado Germán: He disfrutado el recorrido por este blog al cual accedí desde «Macedonianos». Soy docente y me guardé la página en favoritos. Acostumbro a leer siempre a mis chicos y es verdad todo lo que dice este artículo.
    Me gusta la generosa propuesta de este lugar. Muchas gracias por eso. Un abrazo desde Gualeguaychú, Entre Ríos.

  15. Hola Germán!!:
    Un gusto haber encontrado este sitio luego de entrar a la página del Portal Ceibal y allí ver tu nombre y preguntarme «Germán escribe? » Ni idea tenía! A través de Daniel y Agostina sé que estás en Dodecá pero creía que tu trabajo estaba referido al cine.
    Conclusión: Buscando material para trabajar con mis niños en la escuela me encontré con tus Trece instrucciones para hacer leer a un niño. Me parecieron muy acertadas y útiles. Ya a mi hijo (20 años) no le leo aunque siempre lo hicimos y por suerte podemos ver los frutos en el hijo adulto. Ahora me procupan mis niños de 7 años de la escuela y me identifico con algunas de tus instrucciones. En mi experiencia de 20 años de maestra observo que a los de 6, 7 u 8 años los atrapas con la lectura y les encanta escribir pero van creciendo y ese entusiasmo lo van perdiendo. Algo estamos haciendo mal y me tortura no saber qué!.
    Ahora que te encontré voy a seguirte! Por lo menos en nosotros parece que la lectura de El principito en los fogones dio resultado! Y pensar qué algunos todavía se rien recordándolo! Felicitaciones !! Un beso, Virginia

  16. Hola, Virginia, un gusto encontrarte por aquí. Tienes toda la razón: «algo estamos haciendo mal», pues cuando los chicos entran en la adolescencia es como si se apartaran de los libros. Pero ese estamos no incluye solo a los promotores de lectura. Hay una cuestión editorial: faltan libros para la edad de tránsito (12 a 18 años) y falta cargarse las pilas allí, detectando cuáles pueden ser las inclinaciones particulares de los jóvenes a esa edad, y dándoles alguna lectura que sea para ellos tan adecuada y atractiva como puede serlo una buena peli o un buen video juego. De todos modos, yo soy de los que piensa que si en la infancia se estimuló bien, la lectura luego se retoma, más allá de los períodos de latencia y aunque disminuyan los tiempos dedicados a ella. Y una cosa más: a los jóvenes también les gusta que les lean cuentos.
    Un abrazo y, si les lees a tus alumnos mis libros, luego me cuentas cómo te fue. Vale.

  17. Pingback: 200 | Garabatos y Ringorrangos

  18. Sr.Germán machado, no había leido esto antes, cuando era niña me gustaba los cuentos misticos, y despues de mi adolescencia deje de leer.ahora volvi a retomar las lecturas, pero me cuesta terminar lo que empiezo a leer.gracias por estas instrucciones.

    • Hola, Fanny: Puede costarte un poco por falta de entrenamiento. La cuestión es que lo que estás leyendo te guste. Y si te gusta, adelante. Búscate un lugar y un tiempo apropiado para leer tranquila. Eso ayuda. Saludos y gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario.

  19. tengo una hija de diz años y queiero que lea mejor y hacer que se interese por la lectura como le ago agradeseria su ayuda

  20. Hola Germán otra vez!! Gracias por responder al comentario sobre escritores e ilustradores… Lo acabo de leer y como te decía ahí, este blog tiene mucho jugo!! Por eso te pido autorización para publicar en mi blog estas trece instrucciones…. me encantan todas, pero la 9, 10, 11, 12 y 13 (sobre todo, je!) me parecen de una gran sensibilidad…
    También me encantaron (a mi nena también) las entradas de los poemas con dioramas y Cara Carmina me parece una artista- lúdica maravillosa… Quiero decir con esto que sus trabajos planean entre el arte y el juego…. Ese libro de poemas debe ser un viaje sin retorno…. Abrazo de Cata.

  21. Me ayudo mucho el leer estos cosejos mil gracias, ya que se me ha complicado ayudar a mi hijo en ese aspecto. me gustaria mucho poder estar en contacto contigo mas que nada para que me mandes algunos otros consejos al recpecto. saludos y linda tarde. Paloma B.G.

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