«Hojas sobre la almohada»: poéticas de la lectura de Natalia Méndez

Quienes hemos recorrido la blogosfera ya conocíamos lo que podía llegar con «Hojas sobre la almohada» antes de leer este libro de Natalia Méndez (bloguera de ley, editora, origamista y recortadora de papeles, lectora refinada y escritora de registros múltiples). El libro viene a confirmar que su autora ha cultivado una voz poética y una experiencia de lectura y escritura muy personal.

El libro de Natalia Méndez que se publicó este año poetiza sobre la experiencia de leer. Leer en reposo, con la cabeza en la almohada, con los pies allá, lejos de toda consciencia. Leer como arte de leer. Leer cuando la lectura del libro se hace experiencia de los proceso de las metamorfosis que la lectura puede provocar: ya las del sueño, ya las de la poesía, ya las de la lectura que nos hacen navegar por nuestra imaginación del lectores:

A veces cuando leo
me voy perdiendo,
y no es bosque de palabras,
es mar abierto.

"Hojas sobre la almohada. Páginas de poesía", de Natalia Méndez. Ilustraciones de Fernando Calvi. Ediciones Abran Cancha, Argentina, 2014.

«Hojas sobre la almohada. Páginas de poesía», de Natalia Méndez. Ilustraciones de Fernando Calvi. Ediciones Abran Cancha, Argentina, 2014.

En este poemario, y en la concepción poética de quien lo escribe, las páginas de un libro bien pueden ser una mariposa, una pradera, la selva, una ventana, un pájaro, los animales, los peces, un paseo nocturno desde una casa a otra…

PALABRAS CON LUZ

Un libro lleno de estrellas
quisiera,
o con faroles,
o retazos de luna,
­─papelitos brillantes─,
o un reflejo en un verso apenas,
que ilumine el camino
de mi puerta
hasta tu puerta.

Al leer, pareciera que quien escribe está convencida de que los libros tienen vida. Y que, si se diera el caso, incluso, que nadie los leyera, entonces, los libros reclamarían al lector, desde su estante, en un susurro o a gritos.

LA VIDA EN LA BIBLIOTECA

Leí una vez
que cuando nadie anda cerca
los libros conversan entre ellos,
se cuentan alguna historia
y hablan de las cosas
de todos los días:
«Está humedo hoy»
o «Me siento un poco aplastado»
y también
«Qué ganas de ser leído
que tengo esta tarde».

Este poemario nos regala la idea clara de que lo que dicen los libros, los buenos libros, eso son. Si dicen pájaro, vuelan. Si son de magia, hacen magia.

MAGIA

Me regalaron
un libro de magia
que resultó misterioso.
Los números de las páginas
mienten.
El índice te engaña
y cuando buscás un truco
siempre te aparece otro.

La literatura, aquí, en estas «Hojas sobre la almohada», radica en la fuerza de las palabras y en esa fuerza especial que ellas tienen, cuando son escritas y leídas, para provocar las más sencillas y las más complejas metamorfosis. La lectura, el lenguaje contenido en la lectura, y las palabras, son vivenciadas por el lector como una experiencia abridora de mundo. Entonces, «flor», «pétalo», «color», «estrellas», no son solo palabras, no son un mero conjunto de referentes del mundo exterior. Las «palabras tambor» acompañan el latido del mundo interior más íntimo, así como las «palabras pájaro» pueden pararse en un cable y dejarse mojar por las «palabras lluvia».

PALABRA PÁJARO

Una palabra pájaro
se paró en un cable
cerca de mi ventana.
Quise hablarle
pero no supe cómo llamarla.

Llovía
y la palabra pájaro
se dejaba mojar
de palabras lluvia.

Así, las palabras, cuando son escritas de manera tal que sintonizan con el lector, pasan a ser formas de acción. Las palabras actúan y hacen lo que son. Hay casos excepcionales, claro. Por ejemplo, el de la palabra «tiempo», u otras de esas difíciles, esas que no tienen un referente inmediato, sea en la realidad o en la imaginación. Entonces puede suceder que las palabras se «despalabren». Y nuevamente, aquí, la poesía de las palabras y las palabras de la poesía hacen lo que dicen.

PALABRA TIEMPO

Una palabra tiempo
pasa.
Se atrasa.
Se disfraza.
Se mira al espejo
y ve
palabras en espejo:
tiempo que se deshace
se desteje
y se descuece.
Tiempo que se destiempa.
Palabra que se despalabra.

Se refleja y se desrefleja
el tiempo que pasa
en el espejo que se queda.

"Palabra tiempo". Página interior del libro.

«Palabra tiempo». Página interior del libro.

Cuando algunos libros leídos parece que se cierran, cuando parece que se acaban, sus efectos igual permanecen: esperamos encontrar en la vida real a los personajes que antes estuvieron en el libro; esperamos encontrarnos con las fantasías que los libros sugirieron; esperamos volver a leer en el mundo, en la realidad, lo que antes estuvo entre las páginas. He ahí el hechizo de los buenos libros, de las buenas «páginas de poesía».

HECHIZO

¿Será que se rompe el hechizo
al cerrar el libro
o me puedo llevar algunas palabras
de regalo?

En «Hojas sobre la almohada» se reclama un acto de leer, un modo de leer, que es tan mágico como lo que uno lee cuando lee de manera compenetrada. Cuando uno lee así, cuando uno vive así la lectura, no puede querer más que poder seguir viviendo entre las páginas leídas. Necesita que los libros se reproduzcan como las flores de un árbol y sus semillas. Necesita que los cuentos disparen nuevos cuentos. Necesita que la lectura sea un trance en un hechizo. Necesita de la lectura a perpetuidad, incluso (o a pesar) de saber que todo libro, como la vida de cada uno, tiene su fin, tiene su palabra «fin».

ÚLTIMA PÁGINA
Lo último que quiero
es llegar al final
de esta historia.

Pero la palabra fin está ahí
esperándome
tarde o temprano.

El libro está bellamente ilustrado por Fernando Calvi, en un trabajo a dos tintas (grises y rosa fluo) y con un juego de formas articuladas (al modo del paper cut) que da al paisaje de la lectura una ambientación que acompaña y refuerza sin interferir, y que crea ese ámbito de ensoñación suave, propio de la lectura que se hace “sobre la almohada”. Un buen diseño editorial para un libro que saludamos y bienvenimos.

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