Notas sobre la cuestión del libro-álbum (4): una aproximación taxonómica

Hay días en que mi ánimo clasificatorio se activa: ¡ah, esos manes de las taxonomías sociológicas y biológicas que conviven entre mis fantasmas mentales!

Lo cierto es que vengo de intercambiar con escritores e ilustradores respecto del equilibrio o el desequilibrio que puede darse entre ilustración y textos en la confección de un libro. Y en esos intercambios ha surgido una duda a la que suele seguir una pregunta que se formula a veces con desdén y otras veces con fastidio: en definitiva, ¿qué es eso del libro-álbum?

Pues bien, dándole vueltas al asunto, y a las dudas, se me ocurrió una suerte de cuadro clasificatorio que cruzara las posibles relaciones entre ilustración, texto y narración (véase más abajo). Pienso que analizando los cruces de esas tres dimensiones significantes podemos aproximarnos a un criterio en común para definir cuándo y cómo nos encontramos frente a un libro-álbum.

Antes de entrar a ver los detalles, en principio, hay que decir que en el libro-álbum la ilustración es clave. Sí, digámoslo de una vez: la ilustración es lo principal, es dominante y, además, por sí sola debería narrar una historia (o dar a la continuidad y contigüidad de las imágenes un sentido perceptible).

Un ejemplo neto de libro-álbum es el de Angela Lago: «De noche en la calle». Allí no hay texto. La historia se soporta sólo con imágenes. Podría decirse que es el caso extremo de un libro-álbum. En principio, este caso no ofrece mayores dificultades para su reconocimiento como tal.

De noche en la calle

«De noche en la calle» de Angela Lago (1994), editado por Ediciones Ekaré (1999).

Los problemas empiezan cuando hay texto, y entonces el lector (o el editor, o el bibliotecario, o el crítico), sin conocer el modo en que el libro fue producido (¿qué fue primero: el texto o la imagen?, ¿qué grado de coordinación entre imagen y texto se dio durante la creación del libro y de la historia que narra?, etcétera) desean definir qué tipo de libro están manejando: ¿un «libro ilustrado» o un «libro-álbum»?

Pensé cuatro situaciones posibles y un cuadro que las agrupara de manera ordenada:

  • a) cuando la imagen (predominante) funciona operando una narración con autonomía (en sintonía o en contrapunto) respecto del texto;
  • b) cuando la imagen (subordinada) funciona de modo narrativo por sí misma, si bien la predominancia del texto es mucho mayor en el conjunto del libro;
  • c) cuando la imagen (predominante por su calidad y destaque) no funciona por sí misma de modo narrativo sino que depende del texto en ese aspecto;
  • d) cuando la imagen (subordinada) sólo funciona describiendo (de modo figurativo, por así decirlo) lo que es narrado por el texto (que tiene un claro dominio en el conjunto).
cuadro libro álbum

Una aproximación taxonómica al libro-álbum

Bien, siendo estricto, entiendo que sólo en el primer caso (en el cuadrante A) estamos frente a un «libro-álbum». Y que en el último caso (en el cuadrante D), también de modo estricto, estamos ante un «libro ilustrado». Los otros dos casos (cuadrantes B y C) son esa zona difusa de toda clasificación, donde quienes arriesguen una tirada se verán en buenas dificultades para sostener su acierto. Allá ellos, y nosotros, llegado el caso.

Y sí, ya puedo escuchar a quienes dirán que poco importa si el libro es álbum o ilustrado mientras el lector lo disfrute. Está bien, reconozco que eso es así. Pero cuando en el próximo «concurso de libro-álbum» se discuta si el premio fue bien dado, nos guste o no tendremos que haber procesado algo de esta discusión. Ahí veremos cómo se portan los taxonomistas y los jurados y los fantasmas con los que todos convivimos.

15 respuestas a “Notas sobre la cuestión del libro-álbum (4): una aproximación taxonómica

  1. Claro, el tema se vuelve apasionante…. yo tenía entendido que cuando la ilus está reflejando lo que dice el texto o viceversa es ilustrado… y es álbum, cuando texto e imágen de manera conjunta hacen un todo indisociable en donde sin esa mixtura, ninguna de las partes funcionaría o transmitiría de la misma forma… son complementos, el resultado total se da a partir de lo que ambos expresan… El libro álbum es más complicado que el ilustrado… y yo pienso que más difícil de lograr y debe además dejar silencios y huecos y ausencias, que solo el lector podrá completar. No todo está dicho. Esa idea que escribo es de Browne que habla de esto en su biografía un pedacito y me gustó mucho lo que dice. Va dejando indicios para una segunda lectura que en profundidad esconde otros significados diferentes de esa totalidad a primera vista… pero está re bueno todo esto! me encanta el tema… y no sé mucho, así que…. hagamos algo con esto! besos! y gracias!!!

  2. Germán, gracias por tirar puntas por donde encarar el tema. Hace un par de años hice un curso sobre La ilustración en los libros infantiles dictado por Liliana Mendendez y el Libro Álbum era una de las unidades. Sentí que se abría una puerta mágica y maravillosa. Y me he vuelto fan desde entonces. Me parece que tu clasificación es bien práctica. Ya mismo voy a leer los post anteriores sobre libro álbum. Un abrazo!

  3. Coni, Bárbara y Matías: gracias por el interés de ustedes. Mi idea en este post es ordenar ideas y si bien los cuadros clasificatorios tienden a esquematizar, siempre los leo (en este caso lo monté) con la perspectiva de hacer «ajustes de cuenta» para seguir pensando, así que bienvenidos todos los aportes. La seguimos. Saludos.

  4. Complicado el tema, si señor, y buenos todos los aportes que lo pongan sobre mesa. En mi blog dejé algunas reflexiones al respecto. Aunque no aclaren, al menos lo seguimos discutiendo. Felicitaciones por plantearlo, Germán!

  5. Hola, Mercedes: el libro que tú elegiste para testear mi taxonomía ;-) es justamente uno de esos que caen en los cuadrantes difíciles (conociendo ese libro, yo diría que en el cuadrante C). No discuto tu aseveración de que es un «libro-álbum», por el contrario, dejo planteado lo que pongo al final de mi nota: te arriesgas, y vale, quizás aciertas (por lo pronto, tienes el aval de una institución importante que lo premió).
    Saludos y gracias por el diálogo de blog a blog. Un gusto.

  6. Germán, parece que te vas acercando a una respuesta que, como todas, será siempre cuestionable y mejorable, y el camino nos irá dejando algunas cosas más claras. El aporte de Mercedes va en ese sentido. Coni: lo de «dejar silencios y huecos y ausencias, que solo el lector podrá completar» es característica de todo buen libro de literatura (ya lo planteó -entre otros- Umberto Eco, hace muchos años, en su «Obra abierta»); por supuesto que también es característica del buen álbum sin texto escrito (o sea, no literario), así que como pauta de distinción entre el libro álbum (con o sin palabras), el libro ilustrado y el libro de literatura sin ilustrar no es muy definitorio, pero sin duda, es algo que hay que tener siempre presente. Son bienvenidas todas las «puntas por donde encarar el tema», como dice Bárbara, ya que hablar y escribir de lo que nos preocupa y nos interesa es imprescindible para aclarar las ideas. Ya sabemos que el pensamiento, los conceptos y el conocimiento en general se construyen a través del lenguaje.

  7. Otra «puntita»: cuando «la ilustración es dominante», pero no hay narrativa, ¿nos encontramos ante un libro álbum? Pienso, por ejemplo, en los libros para bebés que muestran una imagen de un objeto conocido en cada página, con o sin el nombre del objeto representado; en los «bestiarios» -esas colecciones de imágenes de animales reales o fantásticos-, en algunos diccionarios ilustrados , y otros muchos casos que van (Les Luthiers dixit) «de lo más sublime a lo más abyecto»… (Porque estamos de acuerdo en que la calidad no puede ser una pauta de definición de un género). Estos libros se parecen más a lo que tradicionalmente se ha entendido como «álbum» -los de fotos, los de «figuritas» (cromos) que coleccionan los nenes, los de recortes de láminas de revistas que tanto se estilaban antes- pero se alejan un poco del concepto qu estamos tratando de precisar.

    • En mi clasificación, esos ejemplos que tú pones no entran en la categoría de libro-álbum. Si bien tienen el mérito de haber usado del nombre durante mucho tiempo (y juntando muchas figuritas), no creo que configuraran un género literario: y esto último es lo que estamos intentando definir, aunque sea un género literario que está fuertemente influido por la industria editorial.
      Yo creo que la clave de mi definición estaba al principio, cuando intento dar cuenta de la idea de contigüidad narrativa de las imágenes: que las imágenes tengan una secuencia narrativa en su tránsito de una a otra. Eso descarta los abecedarios, los libros de álgebra, los catálogos de imágenes, etcétera. Sigamos precisando el término, por un motivo fundamental: puede ayudarnos a hacer las cosas mejores y de manera más consciente. Saludos.

      • Yo soy admiradora de Anthony Browne y creo que es de los que ha logrado desarrollar mejor el género de libro album…bueno no se si es un género. Debe haber una intertextualidad: texto imagen, pero la imagen debe ser muy importante. El caso del libro de Angela Lago, no tiene texto pero los colores que usa, el movimiento…Creo que un libro álbum requiere de atención, de muchas miradas, de conocimientos. En el bosque de Browne, permite descubrir muchas cosas, en general los niños me descubren más que los adultos. Los nativos digitales se mueven mejor con la imagen, por eso captan y sienten más frente a un libroalbum. Estas apreciaciones son las que me salen ahora, confieso que presentar a los niños este tipo de libros es absolutamente disfrutable.

  8. Bien, Germán, seguimos precisando los términos.
    El género «libro-álbum», entonces, entraría en el marco de la literatura. NO serían álbumes, siguiendo este criterio, los libros que apunten a lo informativo, expositivo o didáctico, por más maravillosas que fueran sus imágenes. Los libros para niños sobre arte, por ejemplo, que a veces tienen una estructura narrativa, pero no literaria (por ejemplo: «Linna en el jardín de Monet»), no serían álbumes.
    ¿Es esto lo que se interpreta a nivel internacional? ¿O será solo lo que se considera en las bases de los concursos LITERARIOS de libro álbum? En estos, sin embargo, suelen aceptar libros SIN texto. ¿Cómo se entiende la definición en este caso? La literatura requiere palabras, de eso no hay dudas.
    Me parece que nos hemos metido en un problema un poco difícil…

    • Touché! Me complicaste con este último comentario. Cierto que yo planteaba que un libro como el de Angela Lago era prototípico del libro-álbum, pero no tiene texto. Posibilidad 1) No estamos definiendo un género literario, sino tan solo un género editorial (eso me hace revisar un comentario anterior: no la definición que doy en el post).
      Posibilidad 2) La literatura se abre al punto de aceptar bajo su égida la existencia de textos sin palabras. Pongámosle que todo acto de comunicación cae en el campo de lo literario. Que la comunicación visual se incorpora allí. Y así… Esto quizás es muy retorcido: uno puede hablar de leer imágenes (y no está mal en términos semióticos) pero tampoco es cosa de decir que el cine es un género literario, por ejemplo. Gasca y Gubern, al analizar «El discurso del comic» pone en juego la idea de mostrar y narrar, de códigos iconográficos y códigos diegéticos, para dar cuenta de ese otro género (que tantos puntos en común tiene con el libro álbum), pero incluso ellos, a la hora de analizar el comic, discriminan tres apartados de análisis: iconografía, expresión literaria, técnicas narrativas. Me temo que para el libro álbum también valen estos apartados de análisis. La literatura no puede dar cuenta por sí sola del fenómeno editorial del libro álbum.
      Acepto tu observación, pues, pero ello no elimina la taxonomía propuesta; sí, una parte de mi comentario anterior. Sigamos.

  9. Pingback: De las formas de leer un libro-álbum: “Eloísa y los bichos” | Garabatos y Ringorrangos

  10. Hola a todos!
    Quien les escribe es una mamá brasileña de un nene argentino de 6 años, traductora de portugués. No soy escritora, solo una apasionada por los libros infantiles. Me fascina el libro-álbum, es un viaje de ida.. Me gusta mucho Anthony Browne y su mundo humano de los monos pero mi autor preferido es DAVID WISNER. Lo adoro!! Acá en Argentina, lamentablemente no llegan muchos libros de él pero los que llegan, los tengo. FLOTANTE es un placer desde el inicio al fin. Sus ilustraciones son mágicas y la historia es hermosa, donde el presente y el pasado se encuentran. MARTES es lo más! Estos misteriosos sapos voladores me atraparon desde la primera vez que los vi . Viva el libro-álbum! Saludos, Mirian

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