¿Taller o desguazadero? Libros que alientan a escribir poesía, y libros que desalientan

 

Hace unos días, Mercedes Calvo citaba un texto de Gonzalo Moure Trenor que dice:

Lo que quiero proponer es que pongan el mandil y el gorro de cocinero a sus alumnos, y que lo hagan ya, porque el siglo XXI, como el siglo XX fue el de la lectura, va a ser el siglo de la escritura. No se queden atrás.

Alejo Carpentier escribió en su libro, El siglo de las luces: “No hay más tierra prometida que la que el hombre puede encontrar en sí mismo.” El trabajo que les encomiendo, por tanto, es poner a sus alumnos a buscar la tierra prometida que, en efecto, solo encontrarán en sí mismos. Ya leen, ya tienen en sus ojos y en su memoria a Peter Pan, a Colmillo Blanco, a Harry Potter, a Pipi Calzarlargas. Ahora tienen que descubrir sus propios personajes. Un siglo nuevo, una actitud nueva.

Desde hace años Mercedes Calvo viene promoviendo esta idea tan sencilla: la mejor forma de acercar a los niños a la poesía es facilitarles todos los elementos necesarios para escribirla. Eso vale, seguramente, para la literatura en general.

Yo soy de la idea de que para escribir poesía hay que leerla, y leerla mucho. Pero así como afirmo esto, no dejo de pensar en que el mejor modo de acercar a un niño o a un adolescente a la química es llevarlo a un laboratorio, darle unos mecheros, unos tubos de ensayo, y alguna sustancia más o menos peligrosa, y que experimenten. Que en el futuro vayan a ser licenciados en química o diseñadores de moda no importa. Sabrán algo de química y, por lo tanto, sabrán algo más sobre la vida. Lo mismo, seguramente, vale para la poesía: no todo el que hoy o mañana asista a un taller de poesía y escriba un poema deberá convertirse en poeta más adelante. Pero como sucede con la química, es bueno andar por la vida conociendo algo más sobre la poesía.

Con esta lógica, entonces, creo que un taller de poesía es algo muy apropiado para acercar la poesía a los niños. Un taller que los desafíe a encontrarse con la poesía, a jugar con ella, a escribirla y a leerla.

exploradors

En esa dirección, hace un par de años me topé con un libro que contenía un taller de poesía. El título: “Exploradors al poema. Taller de poesía”. Un libro diseñado y escrito por Josep Pedrals, publicado por la editorial Estrella Polar. El autor, poeta, y activista en esto de llevar la poesía a las escuelas, logró hacer un libro muy tentador en la dirección de motivar a escribir poemas. El libro está propuesto como un viaje en 20 capítulos al corazón de la poesía. Cada capítulos contiene 4 páginas: una con un título y una idea visual, la segunda con algún elemento conceptual, la tercera con un poema ilustrativo de lo que se está comentando, la cuarta con un “laboratorio” que sugiere ejercicios a realizar.  Bellamente diseñado e ilustrado (muy en la línea de la estética cartelista trabajada en serigrafía), el libro se nos ofrece como una tentación, una provocación para acompañar la exploración al poema.

El libro solo está publicado en catalán. Cuando lo leí pensé: ¿hay en castellano algún equivalente? No lo busqué, pero hace unos días me topé con una propuesta que va por el mismo camino. En este caso, la metáfora guía no es la del viaje hacia el poema, sino la de la cocina del poema.

El título: “A juego lento. Taller de poesía”. La obra es de Mar Benegas (que comparte con Pedrals eso de ser poeta y activista) y Carlos Rubio, ilustrador y diseñador. Lo publica Litera Libros. Pienso que a su modo, logra lo mismo que el de Pedrals: tentarnos a escribir poesía, provocarnos el deseo, como si se tratara de un plato muy bien servido.

juego-lento

El libro tiene cinco secciones: 1) “Este libro y tú”, que presenta una guía de uso del libro; 2) “Para ser poeta”, que propone una actitud ante la poesía; 3) “Juegos de poeta”, que inclina la actitud poética hacia los juegos de palabra; 4) “Cosas y casas de poeta”, que nos acerca a los diferentes tipos de poesía al abasto; 5) “Cocina de poeta”, que ofrece elementos conceptuales al modo de ingredientes para cocinar un poema. En todo el libro hay presente un espíritu de juego y mucho espacio para hacer del libro también un cuaderno de apuntes. La ilustración, jugada al tipo de poemas visuales, collages, ilustraciones conceptuales, está muy bien dispuesta (ya desde el título) en una impresión a dos tintas: azul y negro.

Pienso que tanto el libro de Pedrales como este de Benegas y Rubio pueden ser una buena oportunidad de que un niño o un adolescente se convierta en explorador o cocinero de poemas propios, un poco buscando lo que sugiere Gonzalo Moure, que transcribimos al principio. Quizás el de Benegas sea más accesible para niños más pequeños, pero cualquiera de los dos, puestos a ser talleres, cumplen con lo promovido.

En otra dirección, uno puede toparse con un libro que, pensado como un taller, termine convirtiéndose en un desguazadero, y más que acercar la poesía a los niños, los espante de ella. Desgraciadamente, esa fue la impresión que me causó el libro “Poesía. El primer libro de poemas escrito por ti”, de Ma. Isabel Sánchez Vegara y Elisa Munsó Griful, editado por La Galera.

poesia-el-primer-libro-de-poemas-escrito-por-ti

Un libro engañoso ya desde el título, porque no hay poesía en la propuesta y porque el ejercicio de “complete su propio poema con las palabras que le damos”, propuesto como una pobre tarea de bricolaje, no es más que una faena de barrer los deshechos de la poesía abajo de la alfombra del aburrimiento. Luego de leerlo, solo me sale desear al futuro escritor de un libro de poemas que el viaje o la cocina de su primer libro vaya un poco más allá, llegue más lejos, porque para la poesía, como para los coches, puede haber talleres que les permita continuar el viaje, o puede haber desguazaderos.

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2 respuestas a “¿Taller o desguazadero? Libros que alientan a escribir poesía, y libros que desalientan

  1. Pingback: A JUEGO LENTO RESEÑA ⋆ Mar Benegas

  2. Creo que no me acerqué al libro de Josep Pedrals de la manera quizás más adecuada.
    Me pareció demasiada información, demasiado apelotonada y quizás, también, demasiado abstracta.
    Además, creo que también buscaba algo que me hiciera «click» para trabajar con chicos y chicas algo más jóvenes, y todo me parecía demasiado complicado. Probablemente usarlo teniendo en mente un público adolescente sea diferente…

    De todos modos, volveré a retomarlo.

    Y el de Mar todavía no lo he tenido entre manos, pero tengo muchas ganas. A ver si me inspira algo más que el de Pedrals para hacer cosas de poesía con los chavales de la biblioteca, igual que el taller que hice con ella el año pasado :-)

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