El intercambio entre María Wernicke y Magdalena Helguera sacudió este blog, además de haber recogido comentarios en distintos muros de facebook. Cuando digo que sacudió el blog me refiero a que fueron muchas las visitas que tuvo la entrada y los comentarios posteados. «Muchos», hay que decirlo, en relación con el movimiento habitual del blog: 500 visitas, en una entrada, durante una semana, aquí es mucho.
Interpreto que el movimiento se debió a que el tema genera inquietud y a que la discusión entre Magdalena y María fue muy buena. De ahí lo animado de la concurrencia.
Y hablando de concurrencia, invité al escritor e ilustrador, Sergio López Suárez, para que publique su visión sobre este tema.
A Sergio le debemos por aquí, por Uruguay, la difusión del término «ilustrautor», que él lo aplicó a quienes elaboraban a la vez el texto y las ilustraciones de un libro.
Hombre de larga trayectoria en este campo, siempre es atendible lo que tiene para observar y decir. Por eso los dejo ahora con el texto que me envió a mi casilla de correos, y que, por supuesto, me autorizó a publicar:
Desde hace años venimos hablando sobre este tema, y pocas veces tuvimos por escrito un intercambio sincero de opiniones como el que han tenido Magdalena Helguera y María Wernicke.
El asunto me quedó rondando y me propuse agregar otros argumentos para incorporarlos por escrito. Sospecho que al leer lo que escribí, comparado con el alto nivel que tuvo el diálogo de Magdalena y María, mis anotaciones ofrecerán una perspectiva bastante llana.
Busqué en el Diccionario la palabra “autor” y entre otras elijo el vinculado al tema que tratamos; la acepción Nº 3 dice:
“3. m. y f. Persona que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística.”
Basándome en es definición extraigo una primera doble conclusión:
1) El escritor es un autor. 2) El ilustrador es un autor.
Aun corriendo el riesgo de ser redundante repito:
Quien escribe una obra literaria es el autor de dicha obra.
Quien realiza una obra artística es el autor de la obra que realizó.
(No analizo si la “obra literaria” está bien, o mal escrita, o lo que sea; simplemente asumo que se trata de un texto escrito, realizado por alguien que tiene nombre y apellido. De la misma manera, no analizo si la ilustración es una “obra artística” bien, o mal realizada; asumo sencillamente que se trata de una ilustración hecha por alguien que tiene nombre y apellido.)
Me parece que el problema comienza cuando se utiliza el vocablo coautoría, en todos los casos en que una obra literaria es editada con ilustraciones.
Olvidemos por un instante el vocablo coautoría, tal vez podremos analizarlo más adelante, o en otro momento. (Todavía no sé si me dará el cuero para eso.)
Estamos hablando de obras ilustradas, pero tal vez sería mejor hablar del objeto que soporta a esas obras ilustradas. (En esta instancia del planteo no consideraré si la obra ilustrada tiene pocas, o muchas ilustraciones, ni consideraré la calidad de las mismas, pues eso derivaría en asuntos que me alejarían del asunto que deseo dejar planteado.) Así que me remitiré a señalar que estamos frente a un objeto que tiene texto e ilustraciones. Y ese objeto, soporte del texto y de las ilustraciones que lo acompañan, luego de ser impreso y encuadernado, constituye un libro.
Como estamos hablando de un libro ilustrado infiero que el escritor aceptó que en su novela, cuento o poesía, participara un ilustrador. (No analizo si las condiciones de la editorial que publicó el libro obligaron al escritor a aceptar que junto a su texto literario aparecieran ilustraciones, ya sea por razones que pertenecen a los criterios de edición y de marketing, o a la necesidad imprescindible de ilustraciones que un texto reclamaba.)
Frente a este libro ilustrado, si me pregunto: ¿Quién fue el autor del texto de este libro?: Leeré en la carátula, y junto a este símbolo ©, copyright, el nombre del autor de quién se trata: Fulanito.
Con el mismo criterio, si me pregunto: ¿Quién ilustró este libro? Siempre debería encontrar en la carátula, y junto a este símbolo ©, copyright, el nombre del autor de quién se trata: Menganito.
Cuando un escritor acepta que su obra sea editada con ilustraciones —no importa si la aceptación proviene de un condicionamiento impuesto por criterios editoriales —simultáneamente está aceptando que un autor de ilustraciones participe en lo que más tarde, al ser impreso, será un libro. Un libro en el que obviamente participaron dos autores: uno es el autor del texto y otro es el autor de las ilustraciones. Por eso me parece incorrecto que el autor de un texto literario niegue la autoría de una ilustración a alguien que dibujó para su libro.
Como podemos apreciar, esto es algo muy diferente a su derecho a negar la coautoría de su obra literaria.
Por eso considero completamente justo el reclamo de los ilustradores de ser reconocidos con un © por las ilustraciones aportadas a los libros.
Por supuesto que no descarto que habrá muchos casos, cuando el escritor y el ilustrador trabajan ensamblados en un mismo proyecto de libro, y en los que ambos autores cooperan y aceptan la creatividad aportada por cada uno, que podremos decir que estamos en presencia de una obra realizada en coautoría.
Gracias, Sergio.
Comparto en su totalidad las palabras de Sergio. ¡Clarísimo! Abrazos para los dos.
Me sumo a lo expresado por María, muy claro y acertado el planteo de Sergio! Saludos!
Totalmente de acuerdo con Sergio. Saludos.
gracias por seguir con el asunto. y gracias a sergio por la claridad. re-subí la reflexión en http://iluyos.blogspot.com/.
abrazos,
s